El puerto de Ushuaia se ve envuelto de un especial dispositivo, en breves momentos un transatlántico de considerables dimensiones amarrará su cuerpo a las bitas del puerto. El muelle vive momentos de cierta excitación, miembros de la prefectura, autobuses y gentes con maletas realizan concesiones al caos, son momentos de elogio a la marabunta. Pese a todo, la llegada de estos titanes de lo naval ya no causa sorpresa a los habitantes de Ushuaia, ya que la localidad fueguina se está convirtiendo en uno de los principales destinos turísticos de la Argentina, especialmente desde que se ha convertido en puerta de entrada al territorio antártico.

Lejos queda ya el año 1930 cuando el buque “Monte Cervantes” trajo a los primeros turistas a la ciudad; curiosamente este primer crucero será recordado por los antiguos por su trágico final, cuando, tras una breve estancia en Ushuaia, choco contra una roca lo que conllevaría un meritorio rescate de sus casi 1500 pasajeros, que fueron acogidos con extrema hospitalidad por aquella primigenia y carcelaria ciudad. Hay que tener en cuenta que la Ushuaia de aquella apenas contaba con 1000 habitantes y los suministros alimentarios eran escasos, pero todo el mundo dio su granito de arena cediendo camas, abrigo y alimento, inclusive se dice que los presos de la cárcel cedieron parte de su ración alimenticia diaria.
La ciudad ha vivido una autentica fiebre “blanca” y aunque los cruceros solo permanecen unos horas entre bambalinas fueguinas, es suficiente para que miles de turistas dejan parte de sus jornales o jubilación en las tiendas de la calle San Martín, el epicentro comercial de la ciudad.
Se trata de un negocio en auge aunque sus vaivenes en función de las crisis que puntualmente acechan Argentino o el resto del mundo, aun así los comercios no cesan de ofrecer nuevos suvenires de Tierra del Fuego y de la Antártida, siendo el pingüino de peluche quien marca el top de ventas.

El turismo polar es sin duda uno de los factores que más sorprende a los noveles, uno espera encontrarse en la Antártida ante una soledad casi absoluta, pero en determinados emplazamientos tales como Caleta Balleneros resulta incluso difícil no coincidir con alguna excursión; el “guiri” antártico se ha convertido en un espécimen más de la fauna del polo sur.
El turismo polar como opción de recreo surge en 1958, cuando el buque argentino “Les Eclaireurs” realizo con éxito su primera travesía antártica; desde aquella mucho ha nevado y a día de hoy los cruceros cruzan con descaro el Drake para ofrecer un paquete turístico, que por una media de 9000 euros te concede la visita de los emplazamientos más bucólicos de las Shetland del Sur y la Península Antártica (Bahía Paraíso, Canal Lemaire, Base Frei….), además de ofrecer actividades únicas tales como baños antárticos, deslizamiento por laderas, kayak etc.…
La edad media del crucerista es elevada con predominancia de jubilados de alto poder adquisitivo, aunque no resulta extraño la presencia de gente que ahorran durante años para poderse costear un billete al fin del mundo.
Las rutas varían en función del buque, así las hay exclusivamente antárticas, hasta otras que realizan paradas en Malvinas o en el archipiélago de las Georgia del Sur. La duración del trayecto suele rondar unos 10 días y es muy dependiente de las condiciones climáticas, que pueden arruinar muchas de las paradas. Actualmente se opta por paquete combinados de barco-avión que eviten que el turista sufra los avatares del Pasaje del Drake, operando desde alguno de los aerodromos existentes en el territorio helado.

Otra opción es contratar algún velero para navegar por las costas antárticas, hay varias agencias que ofrecen dichos viajes (de forma ilegal en la mayoría de los casos) para que aventureros de toda naturaleza puedan realizar su sueño de cumplir travesía por aguas del océano glacial antártico.
Es tradicional que estos veleristas realicen una última parada en un mítico bar de Puerto Williams, emplazamiento donde se pueden encontrar a auténticos autostopistas de lo imposible que viajan hasta isla Navarino con la esperanza de que algún barco con destino al polo les acoja como tripulantes.
Las empresas turísticas que operan en este sector están agrupadas en la Asociación Internacional de Tour Operadores Antárticos (IAATO) que desde 1991, tiene voz aunque no derecho a voto en las reuniones de los miembros del Tratado Antártico.
El turismo a día de hoy es uno de las fuerzas más influyentes en el futuro destino del continente helado y de no gestionarlo correctamente se puede convertir en una de sus principales amenazas. La Antártida ya no es el lugar inexpugnable ávido solo de aventureros y cazadores, pero se impone que sus nuevos visitantes la entiendan y la respeten no como un souvenir o una foto bonita sino como un espacio a conservar, con un ecosistema frágil que merece seguir siendo respetado.
Actualizado el 30 noviembre,2016.
Publicado por Miguel Ángel Otero Soliño
Que bueno poder conocer sitios donde uno no ha experimentado, como este. La foto del «Crucero Antártico en las proximidades del Canal Lemaire», es muy buena. Te envío un saludo de Madrid.
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El canal Lemaire es de los mas espectacular de la península Antartica, da impresion al tener que pasar tan cerca de costa y de los icebergs, yo lo he hecho en un barco pequeño, pero en un crucero debe ser mas impresionante
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