La Ahambra de Granada es probablemente uno de los lugares más bellos del mundo y junto a la Mezquita de Córdoba una de las mejores muestras de la rica herencia musulmana hispana.

La fortaleza Roja
La llamada «Fortaleza Roja» es definitoria de un periodo histórico donde los reinos cristianos y musulmanes decidieron en sus luchas el porvenir religioso de la península. La Alhambra inició su construcción en 1237, por mandato de Muhammad I al-Ahmar fundador de la Dinastía Nazarí y durante siglos fue sufriendo modificaciones y ampliaciones de colores artísticos diversos, han configurado un espacio heterogéneo que constituye a día de hoy el monumento más visitado de España.

La Alhambra basa su éxito turístico, en una impecable integración en el entorno natural y en la propia configuración de la ciudad, un escenario privilegiado donde las cumbres de Sierra Nevada se alinean con gracia generando un fondo visual de película.
Pasear por sus impecables jardines nos demuestra que el hombre es capaz de conseguir la integración perfecta con el medio; cada detalle es cuidado con mimo, así fuentes y caminos constituyen un homenaje a la naturaleza que se materializa con excelencia en los llamados Jardines del Generalife.
Área recreativa de la realeza, el Generalife enseña como la belleza de las fuentes pueden crear espacios de poderosa fuerza visual que sobrepasa incluso a los edificios que lo enmarcan. El Generalife se extiende por los exteriores del Palacio de la Alhambra, aunque sí forman parte del conjunto monumental que fue declarado patrimonio de la humanidad de la Unesco en 1984.

Ya dentro de la Alhambra podemos optar por acceder a los distintos palacios existentes en este museo de excepción. El más polémico, por su impacto estético, es el renacentista Palacio de Carlos V, de regia fachada, que nos sorprende con un patio interno de carácter circular con dos plantas sustentadas por columnas.

La Alcazaba, el poderoso bastión de Granada
El edificio más militar y clarificador del poder de los Reyes de Granada es la Alcazaba, un bastión defensivo de altas torres y consistentes muros, desde donde podemos admirar el famoso barrio del Albaicín.
Uno se puede imaginar aquí el sufrimiento de Boabdil, el último rey de Granada, ante la perspectiva del asedio continuado de las tropas cristianas que culminaría con la caída de la ciudad en 1492, de cuya tristeza e impacto siempre quedara en recuerdo la lapidaria frase de Aixa, madre de Boabdil, que ante los sollozos de su hijo dijo aquello de «llora como mujer lo que no supiste defender como hombre”.

El esplendor Nazarí hecho arte
Quizás uno entiende mejor los llantos del pobre Boabdil cuando se adentra en los entrañas de los Palacios Nazaríes. Es la joya de la corona del recinto y de hecho para regularizar la afluencia, los visitantes solo pueden acceder al recinto a la hora indicada previamente en la entrada.

Los palacios constituyen el culmen del arte islámico en España, con esos techos y alicatadas bóvedas que clavan la mirada del espectador con entusiasmo. Los patios como el de los Arrayanes (también llamado de Comares), usan el agua como elemento decorativo de primer orden jugando con su reflejo para redondear de hermosura el entorno.
Sin duda el más famoso escenario es el Patio de los Leones, el cual está completamente embellecido tras una profunda rehabilitación que ha ido descubriendo nuevos secretos de su diseño y concepción. Su arquería corrida a lo largo del entorno de la plaza y su famosa fuente de felina presencia, se ha convertido en uno de los símbolos de la Alhambra y su principal reclamo a nivel internacional.

La Alhambra es única, un lugar donde uno debe perderse durante horas y disfrutar de cada vibración y detalle, para finalizar la visita viendo morir el día desde sus rojas murallas y llorar sencillamente de pura emoción y alegría.

Actualizado el 13 mayo,2016.
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