Se puede dudar de si es la más bella, pero en España ningún templo ha tenido tanta repercusión histórica como la que ha atesorado la Catedral de Santiago. Su singularidad va más allá desde el punto de vista artístico y religioso, el Apóstol Santiago no solo es el patrón de España y Galicia, sino que ha sido el elemento guía que ha conducido, a lo largo de los siglos, a millones de peregrinos de todas las nacionalidades a Compostela.
Un templo lleno de historia y de leyendas, cuyos secretos intentaremos desvelar en el presente artículo, centrado en este auténtico faro de la cristiandad.

El origen de la tumba de Santiago
El origen de la tumba de Santiago, desde siempre se ha visto envuelto en cierto grado de misterio. La leyenda más extendida nos narra que Santiago, también conocido como Jacobo Zebedeo, fue decapitado en tiempos de Herodes Agripa I y sus restos fueron recogidos de forma clandestina por sus discípulos, los cuales, en una barca de piedra (metáfora probablemente de una embarcación que comerciaba con piedra), iniciaron una travesía marítima con destino a una tierra que había sido testigo del esfuerzo evangelizador de Santiago el Mayor, en una misión que tenía como fin último no solo enterrar a su maestro sino también crear un pequeño centro de culto asociado a su figura.
Se dice que sus discípulos Teodoro y Atanasio, alcanzaron costa gallega y remontaron la Ría de Muros y Noia y desembarcaron a la altura de Iría Flavia, una tierra regida por una noble conocida como la Reina Lupa, quien sin saber que hacer con aquellos forasteros los envío al encuentro de un sacerdote pagano de la comarca de Fisterra, que acabaría apresando a los discípulos. En este determinado momento se produjeron dos intervenciones de la providencia, por un lado la fuga de su celda de los seguidores de Santiago y por otro la milagrosa elevación del cuerpo del apóstol con destino a la cima del Pico Sacro, un promontorio montañoso cercano a la actual Compostela, tras el intento de la Reina Lupa de apoderarse del mismo.
Tras su fuga, Teodoro y Atanasio regresaron al encuentro de la Reina Lupa y está acabó por cederles unos bueyes para transportar el féretro; pero resulto que los bueyes no eran mansos sino salvajes, las fieras atacaron a los discípulos, pero a través de las oraciones consiguieron vencer su voluntad y fueron a recoger al Pico Sacro los restos de Santiago.
Ya con el carromato lleno los bueyes avanzaron hasta que los mismos se detuvieron ante un manantial, la actual fuente do Franco, siendo imposible que retomasen el camino, por lo que los discípulos interpretan el gesto como una señal divina y determinan que este deberá ser el lugar para el eterno descanso de su maestro.
Mientras tanto, la Reina Lupa es conocedora de los sucesos acontecidos y decide convertirse al cristianismo y cede un panteón familiar existente en las cercanías del manantial para servir de lugar de culto eterno a la memoria de Santiago; la localización de esta primigenia iglesia, caería pronto en el olvido como consecuencia de las persecuciones a los cristianos realizadas por parte de las autoridades romanas.
Será el obispo de Iría Flavia, Teodomiro, que en el año 813, halle de nuevo los restos de Santiago, tras ser avisado por el Eremita Pelayo de la existencia de unos misteriosos resplandores. Teodomiro marcha al lugar indicado por el asceta y descubre que los haces luminosos indican la posición exacta donde los discípulos de Santiago el Mayor habían dado cristiana sepultura a su mentor. Pasado los días que la inspiración divina le había encomendado guardar, mostró al pueblo su hallazgo. Autoridades y pueblo llano admiraron como del sepulcro surgieron cientos de miles de luces que salieron disparadas hacia el cielo, dando lugar a lo que hoy en día es la Vía Láctea, que dicen que marca el camino hacia la ciudad de Santiago; el origen del topónimo de Compostela, se comenta que está relacionado con este hecho.

Dudas sobre la veracidad de la tumba de Santiago
Algunas fuentes discrepan de la veracidad de esta historia ya que consideran la ubicación geográfica de los restos no fue aleatoria, así el “Campo de estrellas”, ya era un lugar conocido desde la antigüedad por ser utilizado para ciertas ceremonias paganas y así como lugar habitual de enterramiento, por lo tanto para los antiguos ya era una especie de lugar sagrado.
Algunos historiadores consideran que allí realmente estaban enterrados los restos de Prisciliano, un hereje cristiano del siglo IV, que creo una especie de secta basada en maniqueísmo y gnosticismo que contó con cientos de seguidores en vida, los cuales tras su muerte peregrinaban a «Compostela» para rendirle homenaje. Es probable, que Teodomiro transformase a Prisciliano en Santiago y con el tiempo se confundiese y aceptase aquello como una verdad absoluta; algunos van más allá e incluso afirman que el Camino de Santiago repite las mismas rutas que seguían ya los seguidores de Prisciliano.
Los primeros templos y peregrinos
Algo que si es real e histórico fue que muchos devotos empezaron a acudir a la pequeña iglesia levantada por el rey Alfonso II el Casto, en el punto donde se encontraron los restos. La popularidad de Santiago se extendió rápidamente, especialmente tras su triunfal aparición en la Batalla de Clavijo (844), a lomos del mítico caballo blanco, en la cual las minúsculas tropas cristianas derrotaron a las sarracenas gracias a la presunta ayuda del apóstol.
Santiago se convertirá en el estandarte de los ejércitos cristianos y de hecho empieza a recibir el mote de Santiago Matamoros. Su popularidad crece y eso se reflejó en el número de peregrinos, fieles que al principio procedían de los reinos cristianos peninsulares, pero pronto su fama saltó más allá de los Pirineos y cientos de devotos de diferentes nacionalidades, principalmente franceses, empezaron acudir a tierras gallegas; ello conllevaría a la creación del Camino de Santiago con todas sus estructuras asociadas al alojo y bienestar de los aventureros e intrépidos peregrinos.
El peregrino original, a diferencia de lo que ocurre hoy en día, en la mayoría de los casos era profundamente religioso y buscaba limpiar su alma de pecados. La austeridad económica en su viaje era lo más habitual, pero con todo, al ser elevado el número de peregrinos que se arriesgaban a hacer la travesía, supuso un importante aporte económico para las localidades elegidas como punto de paso, pero ante todo se convirtió en un flujo de nuevas idea que revolucionarían lentamente la sociedad cristiana peninsular. La pequeña iglesia empezó a crecer y sufrió numerosas ampliaciones y reformas destacando la realizada por Alfonso III el Magno que confirió a la misma un estilo mozárabe con elementos visigóticos.
La llegada de Almanzor
El líder musulmán Almanzor avanzó hacia el Norte peninsular y asoló a los débiles reinos cristianos; cientos de ciudades fueron asaltadas y Compostela no fue una excepción. En el año 997, las tropas Almanzor asolaron la ciudad, aunque, curiosamente, el arca donde yacen los restos de Santiago quedó intacta; la leyenda cuenta de que mientras los soldados saqueaban el templo, Dios se enfureció y provoco una ceguera a los soldados. Temeroso Almanzor de su poder pidió clemencia, Dios fue misericordioso ante la suplica y decidió parar su venganza, tras ello se detuvo el pillaje y las tropas abandonaron rápidamente el recinto.

Sea cierto o no, Almanzor tuvo que sufrir algún tipo de temor por que los restos del apóstol permanecieron a salvo, aunque sus tropas dejaron el templo inservible y sin campanas, para las cuales, Almanzor decidió que existía mejor destino para las mismas y decidió trasladarlas a Córdoba, para la cual obligó a un grupo de prisioneros cristianos a cargarlas andando los cientos de kilómetros que separan estas dos históricas ciudades. Tras la reconquista de la ciudad andaluza por manos cristianas, Fernando III el Santo decidió vengar aquella humillante travesía y de manos de presos islámicos, hizo que las campanas recorrieran a pie el mismo camino, pero esta vez rumbo a Santiago.
La catedral románica y el Pórtico de la Gloria
Santiago de Compostela supo sobreponerse al paso de Almanzor y de sus cenizas saldría una nueva ciudad y con ella también resurgiría su catedral. El rey Bermudo de León ordena la reconstrucción del templo, volviendo a ser consagrado en el año 1003; tiempo más tarde, el prelado Diego Peláez propuso al rey Alfonso VI la necesidad de la ampliación del recinto que fue adquiriendo mayor presencia y vitalidad.

Poco a poco la ciudad alcanzaba gran prestigio y ello llama la atención de Roma que decide promocionar la peregrinación concediendo una bula papal. Así el Papa declara como año santo jubilar a aquellos años en el que 25 de julio (día del martirio sufrido por Santiago) coincide con domingo, momento donde además se procede a la apertura de la conocida como Puerta Santa, la cual permanece tapiada a excepción de los años jacobeos.
El arte evoluciona y el sepulcro pronto se vio decorado con un nuevo estilo, el románico. La catedral gana en belleza, e incorpora en su diseño la cruz latina y se eleva hacia el cielo. De la ejecución de esta revolución se hace fundamental el destacar una figura clave en la grandeza visual de la Catedral, el Maestro Mateo.
La mayoría de los arquitectos que han levantado las majestuosas catedrales, injustamente han quedado en el anonimato y generalmente quedan fuera de los círculos de conocimiento del publico no experto, pero el Maestro Mateo, gracias al impresionante Pórtico de la gloria, se gano el derecho de permanecer en boca y mente de todos aquellos que admiran la antigua entrada de la catedral.
El Pórtico de la Gloria, es un conjunto monumental de tal calidad que supera en algunos remates al propio estilo románico, de hecho se incluye dentro de un estadio intermedio al gótico. De gran riqueza de detalles, es como un libro de enseñanza bíblica que abierto da la bienvenida al visitante y que se estructura en tres partes diferenciadas.

Un pórtico que está coronado por los Ancianos del Apocalipsis, que portan instrumentos musicales de la época y que parecen que van a iniciar el concierto del triunfo divino; por debajo ya advertimos la presencia de Dios padre rodeado de los hombres y mujeres “elegidos” para la salvación, cosechados de todas las tribus originarias de Israel. También están presentes los cuatro evangelistas, en ocasiones acompañados de sus respectivas “mascotas”, profetas y un largo etc. de esculturas cargadas de profundo simbolismo.
Destacaremos una que por su singularidad se ha ganado gran parte de las miradas, es la de Daniel. El profeta regala al público una dulce sonrisa, lo cual en si constituyó una revolución, ya que se trata de la primera sonrisa del románico. Su risueño gesto constituye en sí mismo en un aire de reforma en el arte religioso, donde la alegría empezara a ser compatible con la trascendencia del mensaje bíblico. La razón por la que el Maestro Mateo nos regala esa alegre expresión es desconocida, pero la mayoría de las teorías apuntan a que el autor quería reflejar el hecho de que Daniel es el receptor de la noticia de la bienaventuranza de la llegada de Cristo; la mayoría de los turistas, en cambio, gustarán mas de la versión de que Daniel sonríe de forma picara a la Reina de Saba, situada en el lado contrario siguiendo su línea de visión.
Pero como no podía ser de otra forma, el pórtico envuelve muchas otras curiosidades; de hecho hasta la reciente restauración finalizada en 2018, una de las imágenes que más sorprendía a la gente que entraba por primera vez en la catedral era ver varias colas de gente a pie del pórtico, en concreto dos. Una nos llevaba a uno de los ritos que era repetido sistemáticamente por los visitantes, consistente en colocar la mano derecha en una hendidura tallada en pleno parteluz; se dice que son la huellas que dejo Jesús al girar la nave de la iglesia y que al repetir el divino gesto se te concede fuerza divina y salvación.

La otra cola se generaba por el lado opuesto y nos dirigía justo en frente al popular Santo dos Croques, figura que los expertos han identificado como una replica en piedra que el Maestro Mateo mandó hacer de si mismo; la figura arrodillada parece pedir clemencia ¿Quizás por darle una sonrisa a Daniel?. Los estudiantes de la Universidad de Santiago impusieron la moda de dar unos pequeños cabezazos, los famosos “croques” que dieron nombre a la escultura. El gesto, supuestamente, transmite a los estudiantes la sabiduría que hizo gala Mateo en vida y que les servirá de ayuda en el transcurrir del curso.
Nota importante: Estas dos tradiciones, tras la reciente restauración y musealización del Pórtico de la Gloria, han sido prohibidas con el fin de proteger el valor histórico del monumento.
Nuevos estilos invaden la catedral
La huella del románico profundizó en la esencia de la Catedral, pero si un visitante visita a día de hoy el templo observará que son otros los estilos arquitectónicos que dominan la sede apostólica, de hecho, de la primitiva configuración románica, solo queda la fachada sur denominada de Platerías. El fin del románico, equivale en el tiempo al inició de un cierto declive de la popularidad de Santiago, aunque las reformas arquitectónicas nunca se detuvieron y siguieron con el transcurrir de los años.
Del estilo gótico, además del cimborrio, destacaba Torre del Reloj o de la Berengüela, empezada a construir en 1316, y que habiendo sufrido diversas modificaciones, acabo distante en su cuerpo de los cánones góticos iniciales, con un acabado barroco que la define actualmente. El renacimiento también dejó huellas, así muestra claramente en el claustro, obra de Rodrigo Gil de Hontañon y Juan de Álava, aunque el mismo presenta ligeras intromisiones del gótico.
Del siglo XVI, procede el célebre Botafumeiro, un enorme incensario que se utilizaba para depurar el mal olor producido por la gran concentración de peregrinos. Hoy en cambio su vuelo, provocado por los “tiraboleiros”, es más para el disfrute de turistas, que por un déficit en calidad higiénica. Originalmente construido en plata, fue robado por las tropas Napoleónicas, siendo sustituido por ello por otro de latón plateado que es el que se mantiene actualmente.

Pese a que el fin de la Edad Media y la Reconquista provocó un descenso la popularidad del sepulcro, Felipe IV decide institucionalizar la Ofrenda Nacional al apóstol en 1643 rememorando una similar realizada años atrás por el rey Ramiro I.
Si visitamos hoy en día a la Catedral de Santiago, la primera huella mental que esta nos dibujara, se corresponderá a la silueta barroca de la fachada del Obradoiro. Obra de Fernando Casa Novoa y de una belleza y majestuosidad increíble que deslumbra por sus detalles y altura. Fue construida en el 1738 y coronada en su parte superior por una figura de un Santiago peregrino, sobre un arca que representa el sepulcro.
La fachada esta flanqueada por dos torres gemelas; la de las Campanas y la de la Carraca, llamada así porque en Semana Santa suena el sonido de este instrumento. Existe una anécdota que cuenta que cuando los franceses estaban acuartelados en la plaza de Platerías, en plena Guerra de la Independencia, al escuchar el sonido de las “carracas” dieron la señal alarma pensando que se había producido un levantamiento popular.
Santiago vuelve a la actualidad pública a finales del siglo XIX con la llegada del Cardenal Miguel Payá y Rico, el cual impulsa los trabajos de excavación en busca los restos del apóstol los cuales reaparecen en una urna tras ser enterrados y olvidados durante siglos por temor al saqueo de los piratas ingleses que rondaban la costa gallega.
La catedral hoy
La Catedral de Santiago a día de hoy constituye un polo atracción turística único y constituye el monumento más visitado de Galicia. Es epicentro neurálgico de la ciudad y plaza mayor de los gallegos, de hecho es común que las manifestaciones políticas a nivel autonómico terminen al pie de su famosa Plaza del Obradoiro.

El impulso cogido por la ciudad tras una serie de políticas muy acertadas de promoción del Camino de Santiago, ha hecho que los peregrinos retomasen con fuerzas las rutas clásicas difundiendo el mensaje de la universalidad de Santiago.
El mejor momento para visitar Santiago es en primavera y verano ya que suele coincidir con la época en la que la lluvia cesa su empeño de amargar al turista. Los autóctonos se lo toman con serenidad y suelen decir aquello «la lluvia en Santiago es arte«; arte o no lo que es inevitable el hecho de traerse un chubasquero ya que no olvidemos que estamos en una de las ciudades con mas precipitaciones de España. El acceso a la catedral es de acceso libre, horario amplio de 7 a 21h durante todos los días del año, aunque se cobra por acceder al museo y a las cubiertas.
Es una visita imprescindible tanto por su valor histórico como por su belleza arquitectónica. Un lugar de leyendas y curiosidades, donde el viajero puede sentirse parte de la historia de la humanidad.
Actualizado el 10 julio,2017.
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Acabo de leer el post y me ha parecido muy completo.
A nosotros nos gusta mucho Galicia y vamos a Muros algunos días de vacaciones siempre que podemos.
Saludos.
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Galicia un lugar espectacular normal que lo elijáis para vuestras vacaciones, Muros es un lugar a donde voy mucho por trabajo pero aun nunca de vacaciones tengo que animarme y visitar la costa de Coruña
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