Volver es una palabra importante en el diccionario de un viajero, porque las ciudades mutan y cambian su aspecto con los años de la misma manera que lo hacemos nosotros, ofreciéndonos nuevos paisajes y perspectivas que enriquecen el recuerdo que tenemos de ellas. Uno de esos destinos que han cambiado su piel es la ciudad de Ferrol, que a través de su Festival de Meninas, se ha convertido en una de las capitales del arte urbano de España.

Era 2006 y yo vivía en esta urbe ubicada al Norte de Galicia, unos años en los que Ferrol discutía intensamente como luchar contra la sangría demográfica y como abandonar ese toque decadente cuya alegría social dependía de la carga de trabajo de los astilleros y de la llegada de nuevos reclutas a las escuelas militares.

Recuerdo que un día deambule sin rumbo y acabe en el entorno del crucero de Canido, y ya sentí que aquellas calles tenían un potencial único, pero nunca me imagine que aquellas degradadas medianeras fuesen recipiente para la explosión de creatividad nacida gracias al Festival de las Meninas de Canido.

Me fui de Ferrol unos años antes de que un artista local, Eduardo Hermida, tomase la iniciativa de lucha contra la degradación del barrio de Canido y empezase a decorar las paredes del vecindario con representaciones libres de la obra más magistral de Velázquez: Las Meninas.

Esa iniciativa, nacida en 2008, acabó convirtiéndose en un festival internacional de arte urbano, con una temática única, pero en la que cada artista ofrece su propia interpretación conceptual de la obra y la plasma en rincones insospechados, haciendo a las meninas jugar con la escenografía urbana.

Meninas que cambian por momentos de etnia, edad o color de piel y que a veces incluso se convierten en figuras reconocidas de la cultura gallega como Rosalía de Castro.

Cada año nuevas «meninas» se adueñan de los edificios del barrio, generando la necesidad, entre los amantes del arte urbano, de regresar a estas calles llenas ya de color y cuya imagen ofrece una estética rompedora que contrasta con el perfil sobrio y señorial del cercano barrio de la Magdalena.

No se si las Meninas de Canido ayudaran a que Ferrol cambie ese eterno estigma de ciudad en la que «perder es lo normal«, pero si puedo decir que este museo al aire libre ha aumentado mi necesidad de volver a Ferrol, con la garantía que cada nuevo viaje vendrá lleno de regalos visuales.

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Actualizado el 30 marzo,2022.
Publicado por Miguel Ángel Otero Soliño