Las aguas del río Miño fluyen silenciosamente mientras su humedad se concentra en nubes bajas que recorren el valle entremezclándose con los viñedos recién cosechados, los olores se desprenden sin ataduras y los sensores olfativos se despiertan un poco desbordados, no es para menos ya que nos adentramos en la Finca de la Moreira y sabemos que aquí vamos a oler a buen vino.

La finca de La Moreira en Arbo (Pontevedra) no solo perfuma bien, sino que su belleza inherente activa también nuestro sentido de la vista, ya los terrenos son tan bucólicos que parecen dispuestos a ser pintados por pintores de brocha fina; gente con paciencia y temple al igual que los propietarios, los cuales esperan año tras año la vendimia porque la finca y su pazo son sede de la bodega de vino del Márques de Vizhoja.
Caldos frescos creados con cariño a partir de las uvas albariñas, loureira y treixadura que en septiembre alcanzan su madurez en las laderas protegidas de la finca y que tras ser recogidas pasan a su fermentación en las cubas de la bodega; una vez listo el vino y con todos sus aromas y sabores en plenitud, las botellas son distribuidas por todo el mundo sin olvidarnos de las tiendas de Galicia.

El vino y su proceso de producción es el eje que articula la finca, pero será su Pazo quien dominé visualmente un conjunto que integra varios jardines centenarios, un cruceiro, un palomar, una capilla y hasta una piscina-fuente donde se mantenían vivas en el pasado las preciadas lampreas.
La torre del Pazo, que incluso bautiza a uno de los vinos de la bodega, se eleva sin miedo para otear el vecino Portugal y sus fortalezas de frontera, mientras deja entrever entre sus ventanas un lujoso interior que antaño servía de lugar de recepción para los encuentros y fiestas de la hidalguía de la época.

La Moreira es historia viva de la comarca, testigo presencial de las afrentas napoleónicas, cuyas tropas incendiaron la finca, o mismo de la decadencia de los Pazos de Galicia y su reconversión para otros fines. Un espacio que no puede ser considerado como solo una bodega, sino que hablamos de un singular monumento que entremezcla belleza, historia y perfecta armonía con el entorno, maridaje único que lo convierten en uno de esos lugares que uno debe visitar si quiere disfrutar de la magía de la riqueza cultural, gastrónomica y etnográfica de las Rías Baixas gallegas.

Actualizado el 9 julio,2018.