Mis pasos se abren entre caminos que cruzan tojales y enebros, de pronto un roquedo de plana cara exhibe su superficie ante mis ojos, exploro la roca con esmero hasta que finalmente mis dedos palpan el pétreo diseño de un petroglifo, hoy soy afortunado he entrado en contacto con mis antepasados.
Desde hace semanas esta escena se repite cada vez que vago por los montes, aunque con resultados muy dispares, todo es consecuencia de un virus por los petroglifos que se ha instalado en mi cuerpo desde que participe en una ruta piloto denominada la «Aventura de la Caza del Ciervo» organizada por la empresa RockArtRoll y que tuvo lugar por diferentes ubicaciones de la provincia de Pontevedra.

Los gallegos somos gente afortunada dado que contamos con uno de los patrimonios mas espectaculares de este tipo de arte rupestre, patrimonio en forma de Petroglifos que muchas veces es desconocido por los propios ciudadanos dado que esta manifestación artística es compleja de interpretar incluso para los expertos; de hecho cada vez que he hecho de guía improvisado de amigos y visitantes foráneos e intento introducirles en la importancia histórica de las comunidades castreñas, me resulta fácil encandilarles mostrandoles espectaculares castros como el de Santa Tecla o el de Baroña, pero suelo fracasar al introducirles el contexto de los petroglifos. Por todo ello cuando esta nueva iniciativa empresarial gallega nos propuso a los miembros de GaliciaTB participar en su primera excursión, no lo dude y me uní rápidamente a la misma con el fin principal de aprender a transmitir y a interpretar esas joyas históricas cinceladas en piedra.
Esta interesantísima ruta se inició en el Centro Arqueológico de Tourón situado en el municipio de Ponte Caldelas. Un museo al aire libre cuyo leitmotiv es la exhibición de innumerables ejemplos de petroglifos que se extienden por las laderas del monte donde se ubica. Allí mientras nos despertábamos con el frío invernal, comenzamos a disfrutar de una clase magistral en lo referente al arte en piedra, un repaso por todas las teorías que tratan de explicar el misterioso significado de estas representaciones y las similitudes que podemos observar entre las mismas y otras existentes en puntos muy lejanos de Europa.
De esta forma aprendí que el ciervo era el animal totémico de los habitantes primitivos y que la luz, la lluvia y el tacto juegan un papel fundamental en la comprensión e identificación de los petroglifos; también descubrí que muchos de estos se asentaban a pie de ríos y caminos, en lugares claramente visibles ya que servían de pantalla para la transmisión de mensajes entre pueblos.

Un paseo ameno entre la naturaleza que termino a los pies de un pequeño centro de interpretación donde fuimos ilustrados con ejemplos de los principales útiles de caza de la época. Allí recibimos la visita de un miembro de la empresa Galipat, el cual nos propuso aprender a cazar de la misma forma que lo hacían los gallegos primitivos. Ante la representación en papel de un ciervo testamos nuestra puntería haciendo uso de lanzas accionadas por unos impulsores de madera. Una divertida actividad que terminó con la conclusión global de que si regresásemos a la prehistoria íbamos a pasar verdadera hambre.
Tras la experiencia en Tourón tomamos rumbo a la vecina localidad de Cotobade, donde pudimos visitar una de las piedras con más carga simbólica de Galicia: A Laxe das Ferraduras.
Para un no iniciado la piedra podría pasar totalmente desapercibida, pero una vez introducidos en el arte por los miembros de Rockartroll pudimos comprender la singularidad de este oda a la expresión artística. La verdad que la piedra se lucía mostrando cientos de representaciones y del mas variable tipo, desde pisadas a escenas de caza, de figuras humanas a deidades, pasando por ciervos, caballos y muchísimas figuras que ni siquiera habían sido interpretadas.Trazos que aprovechaban la pendiente de la roca para desarrollar un mensaje misterioso del que aun se discute su cronología y que se cree fruto de artistas pertenecientes a diferentes fechas. En resumen, una verdadera capilla sixtina de los petroglifos.

Visto nuestro fracaso en la actividad de caza, la organización decidió que era mejor otros nos la trajeran y nos preparó una esplendida comida basada en productos de caza en el Restaurante Casa Tito en Campo Lameiro, donde además de disfrutar de los sabores de la tierra, pusimos broche a una completa ruta, donde el autor quedo prendado por el trato y los conocimientos de los organizadores, responsable de este reciente enganche al mundo de los petroglifos y que me dieron cientos de recursos para comprender la historia de mi tierra, una riqueza patrimonial que se expresa también en grabados de piedra.
Actualizado el 4 abril,2016.
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