En el extremo más sur de la isla de Fuerteventura se configura ante la vista el espectáculo natural de la playa de Cofete, un regalo celestial que define como ninguno la belleza infinita de esta isla Canaria.

Cuando uno toma la carretera que une Morro Jable con el Parque Natural de Jandia, espacio protegido que engloba Cofete, parece que nos adentramos en un territorio virgen, donde la Fuerteventura árida y desértica es capaz de brillar y apasionar al visitante.

La carretera, estrecha y sin asfaltar, se hace serpenteante hasta ganar altura y casi en su punto más alto nos regala un mirador donde podemos contemplar una panorámica brutal de los 14 km de la playa de Cofete.

El arenal creado por la fuerza del viento, alisa las dunas antes de chocar contra el perfil de los barrancos que nace de una cuerda de cumbres que dan la característica morfología de la península de Jandía .

La vegetación es escasa y por momentos parecen solo pinceladas del paisaje, pero son trazos de artista como sucede con el Cardón de Jandía, un endemismo exclusivo del parque natural. Matorrales que fijan la escasa humedad del suelo y plantas de saladar configuran un habitat que sobrevuelan la hubara o el guirre, las especies terrestres más singulares del parque, pero es en el mar, salvaje por momentos, donde encontramos la mayor riqueza del parque. Este es el habitat de las tortugas marinas que en el pasado criaban en la extensa playa de Cofete y que hoy son el objeto de los esfuerzos de los ambientalistas que buscan el recuperar ese hermoso ritual.

Bajamos a la playa donde aparece un solitario cementerio, cubierto por los continuos aportes de arena; es sencillo pero enigmático a la par por su localización y por el hecho de la extraña decisión que llevaba a muchos de los majoreros a llevar los restos de sus difuntos a esta apartada parte de la isla.

Hay que tener en cuenta que el Sur de la isla estuvo prácticamente deshabitada hasta tiempos recientes y solo era frecuentada por pescadores o pastores de cabras, de hecho quizás lo más bello de Cofete es la casi ausencia de edificaciones, más allá de algún horno de cal y alguna casa particular relativamente moderna.

El único edificio que rompe el paisaje es la conocida como Villa Winter, una peculiar residencia perteneciente al ingeniero alemán Gustav Winter, de la cual corren innumerables teorías y leyendas, que ahondan aun más en el encanto de esta emplazamiento.

La playa de Cofete es ideal para el paseo no tanto para el baño, pero realmente su visión relaja sentidos, una piñata de emociones lista para ser abierta, donde el sol, la salitre y el viento son artistas que dibujan dunas o atardeceres, regalos que solo podrán recibir aquellos que venzan la tortuosa carretera.

Un mágico entorno que probablemente lo hayas disfrutado sin haberlo conocido, porque ha servido de escenario de varios documentales y películas incluida la superproducción Exodus de Ridley Scott, porque el paisaje de Cofete es un relato paisajístico que enamora, un monumento natural abierto a todos y que sin duda merece todas las nominaciones a los Oscar a la belleza.

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Actualizado el 25 diciembre, 2020.
Publicado por Miguel Ángel Otero Soliño