Cuenta una leyenda americana que los pingüinos eran las aves favoritas de los creadores y lucían unas bellas y fuertes alas con las que conseguían alzarse a las máximas alturas, desde donde se burlaban del resto de las aves. Pronto, los dioses empezaron a disgustar de la arrogancia de sus predilectos “Icaros” y en un arrebato de ira acortaron sus alas bloqueando su capacidad de vuelo.
Como no estaban acostumbrados a andar por la tierra, sus pasos resultaban torpes y graciosos, lo cual pronto atrajo la sorna de los seres de la naturaleza, que en desquite no cesaban de reírse de ellos. Humillados los pingüinos optaron por el ostracismo y se introdujeron en el océano y tomaron rumbo al inhóspito Sur, camino a un exilio del cual nunca jamás volverían.

Algunas teorías afirman que el vocablo pingüino hace referencia a la grasa (pinguis en latín) que poseen estas aves acuáticas, aunque algunos historiadores nos remiten a las lenguas gaélicas para localizar el origen de la palabra; con todo, la teoría más aceptada es que el nombre de pingüino se usó para referirse a la extinta “Gran Alca”, un ave del hemisferio Norte que se asemejaba en su morfología a los pingüinos actuales y que seguro causó confusión entre los primeros exploradores.

Sea como fuere el origen de su nombre, los pingüinos o pájaros bobos no sufrieron el trágico destino de sus parientes norteños y consiguieron conservar la mayor parte de sus colonias a lo largo de los siglos ayudados en gran parte por el aislamiento geográfico.
Hoy en día su estatus entre los seres humanos ha cambiado radicalmente y sus especiales rasgos físicos así como su comportamiento afable y curioso, han generado en el ser humano un fuerte de sentimiento de empatía, hasta el punto que se han convertido en una de las especies más queridas y admiradas del planeta.
En este cambio ha influido en gran medida la labor propagandística de los documentales y películas de dibujos animados quienes han hecho calar entre el gran público una impresión bondadosa de los mismos. Medios que a la vez han contribuido a extender el concepto erróneo de una asociación exclusiva del pingüino al continente helado.

Ave propia del Hemisferio Sur
De las 17 tipos de pingüinos conocidos, solo crían en exclusiva en el continente antártico el pingüino Emperador y el de Adelia y solo dos más (Papúa y Barbijo) están presentes en sus aguas de una forma más o menos extendida. De hecho, podemos encontrar especies de pingüinos en localizaciones tan exóticas y alejadas de los hielos, como las Galápagos, Sudáfrica y Australia; pero será en islas subantárticas (Malvinas, Crozet…) donde la diversidad de especies será mayor; más bien se podría definir al pingüino como un ave marina propia del hemisferio sur, que habita aguas influenciadas por corrientes frías.
Con lo anterior no quiero desvirtuar la importancia del pájaro bobo dentro del ecosistema antártico; cualquiera que haya pisado el Polo Sur se dará cuenta pronto de que el pingüino allí es el rey llegando en ciertos lugares del continente a constituir más del 80% de la biomasa aviar.
Sus multitudinarias, ruidosas y malolientes colonias suelen dominar los escasos espacios libres de hielo; incluso las bases científicas, en sus inicios, ocuparon muchos de sus territorios de cría, al localizarse estos en los mejores emplazamientos.

Su valor y arrojo roza los límites, de hecho son capaces de sobrevivir y criar en algunos de los lugares más inhóspitos del planeta.
Su torpe paso da a creer que su ámbito de acción en tierra es reducido, pero hazañas como las marchas del pingüino Emperador demuestran lo contrario, incluso en ocasiones los nidos son dispuestos en cuestas de elevada pendiente donde los accesos son muy complicados.

Expertos nadadores
Donde nadie pone en duda sus habilidades es bajo el agua; expertos buceadores, son capaces de sumergirse hasta 300 metros (aunque normalmente no suelen superar los 25 m), en largas inmersiones con el fin de ingerir krill, pescado o calamares (en mayor o menor proporción según la especie).
Es frecuente verlos en grupo siguiendo la acción de los cetáceos, marsopeando en rítmicos saltos con los que toman aire. Las ballenas levantan el krill y los “inocentes” pingüinos se dan un festín de crustáceos.
Con todo en el mar también están sus principales enemigos las focas leopardo, orcas o leones marinos suelen incluir a los pobres pingüinos en su dieta, estabilizando así sus poblaciones.

Fieles de por vida
Se dice que son fieles de por vida a sus parejas, con las que se vuelven a reunir todos los años en la época de cría. Con todo, un retraso en las llegadas de uno de cónyuges puede provocar infidelidades, pero por lo general las parejas se mantienen estables con el tiempo.
Suelen tener uno o dos polluelos y en ocasiones se forman guarderías de juveniles mientras los adultos se lanzan a las frías aguas en busca de alimento.
Crías cuyas plumas mutan cuando crecen pero ya nunca les servirán para volver a volar, bien sea por un castigo divino o fruto de la evolución natural, pero cuyo aislamiento térmico les permite sobrevivir cuando se sumergen en las aguas, momento en que recuperan su orgullo pasado convirtiéndose de nuevo en los Príncipes del Hemisferio Sur.

Actualizado el 28 julio,2016.
Publicado por Miguel Ángel Otero Soliño
Muy bonita la leyenda, no la conocia. Y bueno, aunque sean o hayan sido arrogantes lo cierto es que son adorables y simpáticos.
Un saludo
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🙂 claro son animales preciosos, la verdad que aun recuerdo uno trabajando que se me acerco a ver que estaba haciendo, subio un terraplen incluso solo por curiosidad
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