Keila juga, la catarata de Tallin

Keila juga es una cascada de unos 6 metros de altura que resume en su caída toda la fuerza y la belleza de los ríos estonios, en un espectáculo visual gratuito y agradecido situado muy cerquita de Tallin, la capital de Estonia.

Cascada de Keila juga

Decidido a ampliar horizontes y desurbanizarme de Tallinn, me dirigí a la Estación de trenes del Báltico (Balti jaam en estonio), donde en sus inmediaciones si sitúa una explanada donde parten muchos autobuses urbanos, uno de los cuales me permitiría viajar a la Catarata de Keila juga.

Accedí al autobús 108 (el que me había indicado la oficina de turismo) y espere hasta que el conductor empezó a dejar lentamente el área urbana de la capital; era una sensación extraña ya que era el único extranjero y no tenía mucha idea de en que lares me encontraba en cada momento, aunque contaba con la suerte que mi parada era la última del recorrido.

Cascada de Keila juga

El trayecto de unos 26 km debió durar unos 45 minutos, tras los cuales me baje en la parada de Keila-Joa; mismo al descender ya me dí cuenta que me encontraba en un ambiente más forestal y en el que la civilización ya no dominaba tanto y las casas se dispersaban entre la vegetación.

El magnetismo del río guió mi camino y tras caminar unos pocos minutos, me encontraba ante la catarata que reclamaba la gravedad con un extraordinario caudal pese a ser pleno agosto. Estuve entusiasmado sacando fotos desde la estructura de la central eléctrica anexa, mientras los turistas se acercaban a cuentagotas a los pies del monumento natural para catar el liquido elemento.

Keila joa schloss fall

Cruce al otro lado del río a través de un pequeño puente colgante y tras admirar la cascada desde otra perspectiva, pude también ver el perfil del casa señorial de Keila-Joa Schloss Fall, hoy reconvertida en hotel, cuyo perfil neo gótico luce a distancia y se integra a la perfección en este encantador entorno fluvial.

De pronto me di cuenta de que la cascada surgían varias rutas de senderismo a diferentes espacios cercanos, momento en que me di cuenta de que hubiera precisado más tiempo para disfrutar al completo de este entorno. Tras valorar el tiempo que me llevaría cada ruta, opte por una que tenía como destino final el mar.

El sendero elegido subía y bajaba continuamente mientras se adentraba poco a poco en un bosque tradicional estonio, con arboles ordenados de gran altura que impedían que la luz atravesase el conjunto creando una singular fotografía de sombras y luces.

Monasterio abandonado en Tallin

Tras alcanzar un pequeño y abandonado monasterio con algunas tumbas en sus cercanías, me adentre en una pequeña zona humanizada que sería la antesala a un cambio de paisaje, donde las pinaceas ya eran el componente más importante del bosque, hecho que me anticipaba la cercanía a la playa.

Y de pronto surgió el mar, el cual es siempre la imagen de un final de ruta, que hubiera sido perfecto si tuviera un bañador y una toalla conmigo, pero la vida no es siempre perfecta y siempre uno necesita una excusa para volver. Me quede con las ganas de sentir el tacto del Báltico,con todo no me arrepiento porque guarde un bello recuerdo visual que estuve saboreando en todo mi regreso.

Playa en el Báltico
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Actualizado el 20 agosto, 2020.
Publicado por Miguel Ángel Otero Soliño

2 comentarios en “Keila juga, la catarata de Tallin

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