Quizás tú eres uno los que conduciendo por la A-6 camino a Galicia o a Madrid has visto el cartel de las Lagunas de Villafáfila y te has dicho «la próxima vez paro y las veo», pero repites el viaje y no paras y así año tras año; pues no te preocupes no eres el único, la verdad que la mayoría de los viajeros pasan por sus inmediaciones sin detenerse, pese a un lugar hermoso de gran riqueza natural.

Yo era uno de esos que me autoengañaba, así que un día decidí que esta Reserva natural, ubicada en las cercanías de Benavente, fuese la parada principal de un viaje por tierras Castellano-leonesas y la verdad que tengo que reconocer que no me decepcionó.
Me arme de mis viejos prismáticos y madrugamos para poder disfrutar del entorno sin otros seres humanos que perturbasen a las aves; animales que son las verdaderas reinas de este humedal Ramsar que está constituido por diferentes lagunas que aumentan o reducen su extensión a lo largo de año, según la lluvia bendiga o no el terreno.

Hacía tiempo que no hacía observación de aves, era una de mis pasiones en mis tiempos universitarios, pero con ganas de recuperar sensaciones y mi viejo «radar ornitológico» nos dirigimos a la Casa del Parque, centro de interpretación que sirve de punto de partida de un itinerario de 1 hora de duración aproximadamente que te permitirá descubrir el principal conjunto de lagunas del parque.
Es importante tener en cuenta que la Reserva natural de Lagunas Villafáfila, no solo abarca el cercado que conforma el entorno de la Casa del Parque, sino que se extiende por más de 32.000 ha pertenecientes a 11 términos municipales de Zamora, y que incluye terrenos esteparios y otras lagunas que en verano pierden su caudal vital, convirtiéndose en verdaderos salinares.

Este hecho conlleva que para ver muchas especies emblemáticas de la reserva como la Avutarda, que cuenta aquí con una de las mayores densidades del mundo, el sisón o el aguilucho cenizo, tengamos que alejarnos de la zona de la Casa del Parque, pero con todo, la densidad de especies que podemos encontrarnos en las lagunas principales podrán satisfacer a noveles y expertos.
El frío calaba mientras nos dirigíamos hacía uno de los observatorios, primera parada de un recorrido que va haciendo diferentes altos en casetas donde, con discreción, podemos ver el pase de modelos de la naturaleza.
La arquitectura de los observatorios replica el estilo de las casas y los palomares de la zona y en ocasiones se adentran en las propias aguas de la laguna permitiendo fotos de ensueño.

Una liebre salta hacia las aguas creando un gran revuelo entre los ansares y los patos cucharas que se concentran en esta parte de la laguna; si esta escena se repitiese en otro mes del año los protagonistas quizás fuesen diferente, porque la avifauna del parque cambia cada mes, en función de los ciclos migratorios o reproductivos de las especies. De hecho, la importancia de Villafáfila como lugar de reposo o de alimentación para las aves migratorias, fue uno de los elementos claves para que fuera declarada Zona de especial protección para las aves (ZEPA) y como lugar de interés comunitario (LIC).
Los binoculares captan escenas naturales de todo tipo, mientras la laguna es sobrevolada por varias rapaces que compiten en vuelo con las palomas, que de seguro que proceden de algún palomar cercano, edificios históricos que se han convertido en uno de los símbolos etnográficos de esta parte de Zamora.
A cada especie nueva descubierta, se alimenta mi excitación y me trae recuerdos de juventud con mis amigos en los observatorios de Galicia. !como echaba de menos esto!.

La observación en cada puesto se extiende el tiempo que el frio nos anima a ganar calor caminando; solo en uno de los observatorios paramos más tiempo ya que allí una hembra de avutarda nos muestra su esbelto cuerpo para nuestro total disfrute. !Que espectáculo!
Acabamos la visita entre la coral sonora de las aves que parecen querer despedirnos, mientras yo maldigo el no tener una cámara con un mejor zoom y obtener primeros planos de nuestras amigas, pero realmente no me puedo quejar las Lagunas de Villafáfila me han encantado y así que me cito a mi mismo a hacer una nueva visita en otra época del año; quizás en primavera para asistir al celo de la avutarda o mejor en noviembre para disfrutar de la llegada de las grullas. Quien sabe cuando volveré, pero sé que cuando lo haga lo disfrutaré, porque la parada en este paraje natural merece la pena.

Actualizado el 24 enero,2022.
Publicado por Miguel Ángel Otero Soliño