Bien protegida en el interior de la Ría de Vigo, se alza el archipiélago de San Simón, cuyo pequeño tamaño a veces nos hace olvidar que nos encontramos no solo ante una bella estampa natural, sino también ante un verdadero tesoro histórico de Galicia.
Este archipiélago gallego, que está incluido en la Red Natura 2000, se compone de 2 islas principales (San Simón y San Antón), de las cuales la mayor acaba por bautizar al conjunto.

Para entender la importancia de estas islas, consideradas Bien de Interés cultural, es necesario recordar que desde antiguo se instaló allí un importante monasterio medieval; centro de retiro espiritual y de cultura, cuyo recuerdo quedó plasmado en alguna de las cantigas más antiguas existentes en lengua gallega, como la firmada por el trovador local Meendiño, a quien se le dedica una estatua en las islas.
Las islas fueron regidas por diferentes ordenes monásticas (Templarios, Franciscanos…) hasta que los avatares de las guerras y la piratería provocaron su abandono, siendo recuperado su uso público en 1838 cuando el archipiélago fue acondicionado como lazareto marítimo.
Hay que tener en cuenta que a mediados del siglo XIX, el incremento del tráfico marítimo internacional estaba generando un problema sanitario importante, al introducir nuevas enfermedades en Europa; para combatir esta amenaza España designó a San Simón como centro de plagas, un lugar donde los tripulantes de los barcos sospechosos pudieran ser recluidos durante los períodos de cuarentena.
La conversión de San Simón para el uso sanitario no solo fomentó la expansión indirecta del puerto de Vigo, sino que también conllevó la reordenación del uso de las islas, así la isla de San Simón se convirtió en el lugar de tratamiento de los enfermos leves, mientras que los enfermos contagiosos y terminales eran reubicados en la isla de San Antón. Además, las islas se ajardinaron para generar un entorno agradable a los pacientes y se construyó un puente de piedra para favorecer la comunicación entre ambas insulas.
La mejora en el tratamiento de las enfermedades hizo que el centro perdiese su funcionalidad práctica, siendo clausurado en el año 1927. Años más tarde, sus edificios serían reabiertos en el contexto de la Guerra Civil Española, cuando fueron recluidos aquí, en penosas condiciones, innumerables presos republicanos.
Tras la contienda, las islas se utilizarían como albergue para la guardia de Franco, hasta que el naufragio de la lancha A Monchita provocó su cierre definitivo; esta catástrofe, en el que fallecieron 43 reclutas, es recordado con un singular cruceiro ubicado en un pequeño islote cercano.
Una cruz en granito que sobresale en el hermoso paisaje natural de la ensenada de San Simón y que contrasta con la de la figura de Julio Verne, cuya estatua elevada sobre el nivel del mar nos recuerda que la ría de Vigo y sus legendarios tesoros, fueron incluidos por el francés en su famoso libro Veinte mil leguas de viaje submarino.
Hoy en día este simbólico emplazamiento, busca reconciliarse con su historia y superar la leyenda negra que envuelve al archipiélago, de ahí que se este potenciando su uso como atractivo turístico y cultural, de hecho es sede de uno de los festivales de música más singulares de Europa el Sinsal, evento musical único que se caracteriza porque el cartel del festival permanece en secreto hasta que los espectadores pisan la isla.
Por todo ello, la Isla de San Simón debe ser siempre tenida en cuenta en una escapada por las Rías Baixas de Galicia, porque es difícil encontrar un lugar en el mundo en el que se concentre tanta historia y belleza en tampoco espacio.
Actualizado el 26 noviembre,2018.