La impresionante panorámica a pie del río Tajo es sin duda una de las características más emblemáticas de la ciudad de Toledo; este paisaje amurallado y de puentes se ve siempre coronado a la vista por la imponencia de su conocido Alcázar.

El Alcázar ocupa la parte más alta de la ciudad y sus muros dominan el horizonte toledano, mientras sus raíces se nutren de leyenda y de historia. Este bastión de esplendida simetría, puso sus cimientos durante la época romana aunque solo empezara a tener auge en la ciudad, a partir de que las tropas visigóticas convierten a Toledo en capital de su reino.
Con la reconquista cristiana de la urbe, por parte del reino de Castilla, se produjo su mayor reestructuración estética. Así la primitiva arquitectura en forma de castillo, dio paso a un edificio de base cuadrada con varias fachadas de impresión con un estilo propio cada una.

El diseño final se definiría con los reinados de Carlos I y Felipe II, que buscaron crear un entorno palaciego ideal para sus estancias en la ciudad, esto propició su rediseño interior y exterior, basado en las corrientes renacentistas de la época y cuyos ángulos se cerraron con cuatro torres que dan fuerza y consistencia al conjunto.
En la obra principal intervino principalmente Alonso de Covarrubias, aunque en el patio central y escaleras fueron obra de otros ilustres como Villalpando o Juan Herrera. El patio es de especial detallismo y cuenta con una sorprendente doble galería que abraza una plaza, en cuyo epicentro se encuentra una estatua de Carlos I.

Tras el traslado de la capital a Madrid el palacio, fue dejado en manos militares que lo usaron con múltiples destinos desde cárcel, hasta cuartel militar y finalmente como sede de la Academia de Infantería.
La panorámica visual que tenemos hoy en día es fruto de la reconstrucción realizada por el gobierno de Franco. La fortaleza se convirtió en uno de los mayores mitos del franquismo, como consecuencia de la famosa resistencia realizada por las tropas lideradas por el coronel Moscardo.
Asediados continuamente por las tropas republicanas, Moscardo resistió todos los ataques tanto los militares como los sentimentales. De hecho, Moscardo, emulando al mismísimo Guzmán el Bueno, renunció a la vida de su hijo en pro de la causa nacional, y no cedió el Alcázar pese a que se le amenazó de que si no lo hacía, su hijo, que había sido capturado, sería inmediatamente fusilado.
El Alcázar, tras 70 días de asedio, fue liberado por las tropas nacionalistas del General Varela y rápidamente la propaganda franquista decidió convertir el lugar en un santuario y a Moscardo en un mártir. El edificio, que había acabado en la total ruina por los continuos asaltos, fue reconstruido, en unos trabajos que no finalizarían hasta el año 1961.

Actualmente el Museo Nacional del Ejército, tras su traslado desde Madrid, ha encontrado un hueco en sus instalaciones con el fin de mostrar el gran potencial del patrimonio militar español, mientras comparte espacio con la actual Biblioteca Autonómica de Castilla la Mancha.
El Alcázar de Toledo ha vivido siglos de complicados avatares, incluidas múltiples múltiples transformaciones, guerras y cambios de usos, pero lo que está claro que pese a los años el Alcázar seguirá siendo el faro que corona y da luz a la ciudad de Toledo.
Actualizado el 7 julio,2016.
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Impresionante monumento… EL ALCAZAR DE TOLEDO
La impresionante panorámica a pie del río Tajo es sin duda una de las características mas emblemáticas de la ciudad de Toledo. Ese paisaje amurallado y de puentes se ve siempre coronado a la vista por la imponencia de su conocido Alcázar.
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