Georgia es un país lleno de rincones mágicos, tierra donde la historia se entremezcla con la naturaleza impoluta de los valles del Cáucaso y que de pronto te sorprende con fabulosos monumentos; cerca de Tbilisi ante uno de esos lugares que asombran hasta el viajero más curtido, hablamos de la Fortaleza de Ananuri la cual está considerada por muchos como el monumento más bello de Georgia.

Estéticamente es imposible pedir más a esta fortaleza que se integra a la perfección en el paisaje fluvial de tonalidades turquesas creado por la presa de Zhinvali; este embalse artificial, que se nutre del caudal del río Aragvi, evidentemente no existía en el momento de la fundación del recinto amurallado, pero hoy le da profundidad y belleza a las fotos de este privilegiado rincón georgiano.
El topónimo del río nos trae a la memoria a los Duques de Aragvi, quienes instalaron aquí su residencia en el siglo XIII con el fin de gobernar la estratégica ruta que conecta Rusia con el corazón de Georgia.

La consistente muralla nos recuerda que este fue un territorio codiciado desde antiguo, siendo muchos los ejércitos que han intentado dominar esta tierra; si alguno tiene dudas sobre ello, solo hace falta acercarnos a la cercana frontera con Osetia del Sur, donde los georgianos aun supuran las cicatrices de guerras recientes.
Un castillo de leyenda
Uno de los múltiples ataques que sufrió el castillo a lo largo de su historia dará origen a una de las leyendas que intentan explicar el nombre de la fortaleza; se cuenta que el castillo fue asediado por los tártaros, quienes creyeron que los georgianos, sin fuentes de alimento y agua, cederían su control rápidamente.
Lo que no sabían es que el castillo contaba con un túnel que le conectaba con el río y por el que obtenían además suministros; los georgianos para irritar a los asaltantes incluso llegaron a tirarles pescado, lo que puso en alerta a los tártaros de que algo raro estaba pasando.

Tras fracasar en el intento de encontrar el túnel secreto, los tártaros consiguieron capturar a una mujer llamada Ana la cual fue torturada en búsqueda de información al respecto del mismo; Ana moriría como consecuencia de la tortura, guardando consigo el secreto del túnel y salvando así a sus compatriotas; el castillo sería bautizado con su nombre como homenaje a esta heroína georgiana.
Otra leyenda menciona otro origen del topónimo, en esta versión Ana ya no era una heroína sino una traidora que enamorada de un lezguino (un grupo étnico caucasiano) abrió las puertas de la ciudadela propiciando así su caída; se dice que Ana lamentaría toda su vida esa decisión y de ahí que la fortaleza reciba ese nombre.
Un castillo dominado visualmente por sus iglesias
Lo más curioso sin duda de la fortaleza, es el hecho de que su interior este prácticamente ocupado por la planta de dos hermosas iglesias, que sobrepasan en altura al cinturón de murallas.

De claro estilo georgiano, la más antigua es del siglo XVII y en ella aun guardan eterno descanso alguno de los duques de Aragvi. La mayor, dedicada a la Asunción, fue construida en 1698 y es más rica en lo que respecta a su ornamentación exterior. Su fachada luce tallados de gran valor patrimonial, entre los que se encuentran inscripciones en georgiano de gran antigüedad.

El interior es intimo, con retablos clásicos ortodoxos, que se entremezclan con antiguos frescos que dan un valor especial al conjunto y que están considerados como uno de los mejores ejemplos de la pintura religiosa medieval georgiana.

Símbolo turístico de Georgia
La mayoría de los turistas que visitan Georgia, acaban haciendo una parada en este paraje de ensueño como parte de la ruta que suele desembocar a los pies del Parque Nacional de Kazbegi.

Ananuri es uno de los lugares más fotografiados de Georgia y uno de sus símbolos turísticos, un destino que define como nadie la esencia de la identidad Georgiana, al entremezclar en un mismo lugar, religión, glorioso pasado y un paisaje que enamora.
Un monumento que está esperando ser reconocida como patrimonio de la Unesco, distinción que conseguirá pronto porque es imposible que alguien no venga a conocerla y no se sienta que está delante de una de las joyas de la humanidad.


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Actualizado el 24 septiembre, 2019.
Publicado por Miguel Ángel Otero Soliño