Enclavada en el extremo más austral del continente americano, la ciudad chilena de Punta Arenas constituyó durante siglos un verdadero faro urbano, luz que servía de guía a una de las rutas de navegación más conocidas del mundo, aquella que cruzaba el Estrecho de Magallanes y que hasta la apertura del Canal de Panamá constituía el trayecto preferente entre los dos grandes océanos del planeta, el Pacífico y el Atlántico.
Punta Arenas hoy ha perdido su importancia geoestratégica, pero sus años de esplendor aún se observan en su geométrico desarrollo urbano, con un trazado definido por un par de interminables avenidas que avanzan inexorablemente hasta alcanzar la Zona Franca, foco industrial y comercial de la ciudad. Esa aritmética distribución se ve acompañada con una arquitectura contaminada con diversas influencias, con trazos muy europeos en los predios públicos del centro, influencias yanquis en la configuración de sus vías y casas unifamiliares de madera al más puro estilo patagónico.

Rica historia y una genética humana diversa
Diversidad innata que aún se observa en la diversa procedencia de sus habitantes (española, croata…) que se mezcla con los genes indianos de los habitantes autóctonos de la región magallánica. La importancia de estas tribus en la historia de Punta Arenas no es baladí, ya que las tribus de los Onas, Yahgan y Alacalufes constituyeron hasta mediados del siglo XVIII los principales moradores de la región, ya que pese a que fueron múltiples intentos la colonización europea fracasó de forma reiterada.
El fracaso de la colonización de estas tierras es fácilmente visible a unos 60 km de Punta Arenas, donde aún quedan los restos de uno de los asentamientos más trágicos del conjunto de expediciones españolas, la colonia San Felipe.
Según cuentan las crónicas, en 1584 el almirante Pedro Sarmiento de Gamboa fundó un poblado con el fin de asegurar el control español en el Estrecho de Magallanes, pero sus previsiones no contaron con la crudeza del invierno austral y así cuando el pirata inglés Cavendish visitó la zona tres años después, solo encontró a un único superviviente del conjunto de los 400 colonos iniciales, habiendo el resto fallecido por hambre o frío. El marino inglés, consternado por la imagen, bautizó el lugar con el evocador nombre de “Puerto del Hambre”.
Hubo varios intentos posteriores de asentarse en la zona, pero hasta el siglo XIX el territorio donde hoy se asienta la ciudad era solo una marca en los mapas ingleses, un “Sandy Point”, una “punta arenosa” más a tener en cuenta a la hora de navegar por estas aguas, este simple comentario en una carta náutica bautizaría toponímicamente a la futura urbe.

Una joya por descubrir
Hoy en día, Punta Arenas es un diamante aun sin pulir, ideal para aquellos que buscan adentrarse en los confines de la Patagonia y disfrutar de su naturaleza imponente. Así, la localidad es punto de partida de un gran número de excursiones, siendo una de las más conocidas, la que visita al Fuerte Bulnes, emplazamiento desde donde los chilenos, recién lograda la independencia, tomaron definitivamente el control del estrecho.
Otra de las paradas clásicas es la colonia de pingüinos de Magallanes de isla Magdalena. Esta especie de pingüinos son muy interesantes desde el punto biológico, ya que tienen un comportamiento muy diferente a la de sus congéneres antárticos, así por ejemplo aprovechan los suelos blandos de la zona para cavar sus nidos, lo cual crea una estampa verdaderamente sorprendente.

Más allá de su naturaleza, Punta Arenas es un lugar interesante desde el punto de vista comercial dado los bajos precios de muchos productos motivado por las ventajas aduaneras que le confieren disponer de una zona franca, de hecho la potente zona comercial asociada a la misma constituye uno de los lugares más visitados de la ciudad.
Si nos queda tiempo, otra alternativa recomendable es perdernos por sus calles de calles trazadas con tiralíneas y observar el estético resultado de sus casas de madera que desbordan en colores. Otra opción de interés es visitar el cementerio local conocido por sus redondeados cipreses que con su porte refuerzan en belleza a unas logradas criptas, aunque también si tenemos tiempo podemos visitar la fábrica de la Cerveza Austral donde uno puede disfrutar del agradable sabor de este mito de la región de Magallanes.

Sede científica y universitaria
Punta Arenas cuenta con un importante aeropuerto y de hecho el mismo se ha convertido en la plataforma de las expediciones antárticas, mediante el puente aéreo que se estableció entre esta localidad y la base Eduardo Frei.
Viajes y labores de investigación que se coordinan desde el Instituto Antártico Chileno (INACH), centro de referencia en la investigación polar. Además, el instituto juega un papel esencial en la divulgación de presencia chilena en la Antártica (forma en que los chilenos denominan al continente blanco), para ello publica anualmente un gran número libros de temática polar e incluso cuentan con su propio boletín informativo, constituyendo una de las principales “bibliotecas” para la obtención de bibliografía e información cartográfica sobre el continente helado.
La labor del instituto se coordina con la actividad realizada desde la Universidad de Magallanes, creada en 1981, que constituye el epicentro educativo de la región y cuenta con un gran número de centros de investigación satélites por toda la región como es el caso del Centro Universitario localizado en Puerto Williams.

Un lugar a donde uno siempre desea volver
Una de las tradiciones turística consiste en tocar el pie de un indio situado en el conjunto monumental levantado para homenajear al expedicionario Magallanes en la Plaza de Armas (verdadero centro de la ciudad); dicen que la persona que lo toca regresa a Punta Arenas y debe gustar mucho la ciudad, ya que dicha extremidad luce un color brillante resultado del continuo manoseo, muestra de que Punta Arenas es hermosa y sorprendente, digna merecedora de una segunda visita.

Actualizado el 25 agosto,2024.
Publicado por Miguel Ángel Otero Soliño

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