Dos estatuas de focas monje descansan sobre la piel volcánica del Islote de Lobos, lamentablemente no podremos ver aquí esta especie única y en peligro; pese a todo su recuerdo aún sigue vivo, así los majoreros denominaron a este paraje “Isla de Lobos” por su antigua abundancia, aunque curiosamente estos pinnípedos no pertenecen realmente a la familia de los “lobos marinos”.
Tras un rápido vistazo de este pequeño parque natural canario, situado en el estrecho que separa la isla de Fuerteventura y Lanzarote, uno rápidamente se da cuenta por qué las focas monje decidieron colonizar este entorno: tierra deshabitada, playas accesibles y aguas ricas en pesca.
Quizás algún día regresen aquí estos mamíferos (se ha propuesto su reintroducción en varias ocasiones), aunque los pescadores locales siguen mostrándose en contra, así que por ahora los únicos mamíferos que disfrutaran de sus playas serán los turistas que suelen visitar la isla en barcos que parten de la cercana localidad de Corralejo.
El Parque Natural del Islote de Lobos es uno de los espacios naturales más singulares de las Islas Canarias, un espacio natural que se ha convertido, junto a Cofete, en uno de los principales puntos de interés turísticos de la Isla de Fuerteventura.
La isla solo tiene servicios de barco desde Fuerteventura, aunque se encuentra más o menos equidistante con Lanzarote, y el número de visitantes está regulado desde que se constituyó como parque natural propio en 1994 (antes estaba integrado en el de las Dunas de Corralejo).
La isla no está habitada, aunque cuenta con un pequeño pueblo de pescadores de uso temporal, que a día de hoy constituye uno de los pocos refugios de sombra y refresco. La vegetación escasea en altura, pero es rica y diversa en especies, de hecho cuenta un endemismo propio, la Siempreviva de Lobos.
Gran parte de esta flora está adaptada al ambiente halófilo que existe en el islote, algunos saladares como el constituido por “Las lagunillas” son realmente excepcionales y añaden riqueza biológica, y mucha belleza, al conjunto.
La fauna, tras la triste ausencia de las focas monje, está más bien limitada a las aves marinas, que cuenta con algunas especies singulares como la pardela cenicienta, la pardela chica, el paíño común o el petrel de Bulwer.
Durante mi visita divisé alguna pequeña rapaz, muy probablemente un Halcón de Eleonor, que puntualmente visita la isla, aunque sin medios técnicos no pude hacer la observación de forma adecuada. Lo que sí, sorprendentemente, no pude encontrar ningún reptil en la isla como la lagartija atlántica o el perenquén, aunque me imagino que ese día decidieron esconderse de mí.
La isla es ideal para el senderismo con una extensa red de senderos, a través de los cuales vamos conociendo la geomorfología única del parque, diseñado por la acción volcánica y moldeado por el viento y el mar.
El lugar más destacado de este paseo, de esencia cuasi lunar, es la subida a la Montaña de la Caldera, un recuerdo del vulcanismo de la isla y el mirador por excelencia; de todos modos, sinos cansamos de caminar, siempre podemos hacer una parada en una de sus playas y disfrutar de sus aguas, momento que nos sentiremos como focas monjes en remojo y en las aguas frías del Atlántico nos olvidaremos del calor de las islas afortunadas y sentiremos que bien ha valido la visita a este pequeño paraíso de Fuerteventura.
Actualizado el 22 diciembre,2023.
Publicado por Miguel Ángel Otero Soliño
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