Es 23 de marzo de 1530 y el Rey de España Carlos I acaba de firmar un decreto que a primera vista no parece muy importante y en el que este cede de forma perpetua el custodio de la isla de Malta a la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén; un regalo por el que el monarca solo pide un sencillo tributo y es que los Caballeros Hospitalarios regalen a su majestad un halcón de cetrería, una sencilla renta anual que cambiaría por completo la historia del Mediterráneo.

Quizás para el gran público, especialmente el cinéfilo, esta historia le traiga a la mente el argumento de la película el Halcón Maltés, una obra maestra del séptimo arte magistralmente protagonizada por Humphrey Bogart.
La cinta, que está basada en la novela del mismo nombre escrita por Dashiell Hammett, utiliza la historia del tributo como argumento de una trama centrada en la búsqueda de dicho Halcón, aunque en este caso no se trataba de un animal vivo sino de una estatua de un halcón con incrustaciones de piedras preciosas.

Con todo la película de Jon Houston muestra una realidad errónea de los sucedido y realmente el tributo exigido por Carlos I era un halcón real; hay que tener en cuenta que las aves de cetrería eran altamente valoradas por la realeza de la época quienes pagaban fortunas por contar con los mejores ejemplares, con todo es evidente que este pago no cubría el valor de la isla.
¿Por qué Carlos I cedió la isla de Malta?
Para responder a esta cuestión es importante tener en cuenta que en el siglo XVI, el archipiélago conformado por Malta, Gozo y Comino no era una propiedad especialmente atractiva para el rey de España, más bien era una herencia un poco envenenada de la Corona de Aragón que lo había incorporado a sus dominios junto a Sicilia en el siglo XIII y que tras la fusión de reinos acontecida con el matrimonio entre los Reyes Católicos, había pasado a formar parte del extenso elenco de territorios regidos por el monarca, que también albergaba el título de Emperador de Alemania (Carlos V).
Malta era una propiedad poco poblada y escasa en recursos naturales, pero que estaba situada en un punto clave para controlar el tránsito de navíos entre el Mediterráneo Oriental y Occidental. Un territorio no muy valioso y caro de mantener, pero a la vez un lugar estratégico que no podía caer en manos de los enemigos, especialmente del Imperio Otomano y de sus aliados Berberiscos.

Pero el rumbo de la historia de Malta tomaría un punto de inflexión en otra isla del Mediterráneo en este caso en la de Rodas; hablamos del último bastión (junto a Halicarnaso) de las ordenes militares que habían acudido a Tierra Santa para proteger los Santos Lugares. Rodas estaba gobernado por los Caballeros de la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, quienes construyeron una poderosa flota cuasi pirata que atacaba constantemente a los navíos otomanos y que esclavizaba a sus tripulantes.

El Sultán Suleimán estaba ciertamente harto de la situación así que en 1522 dirigió en persona un asedio que duraría 5 meses y que acabaría con la rendición del Gran Maestre y la dispersión de sus miembros por toda Europa. Así tras deambular por diferentes localidades de Europa, los Hospitalarios pidieron audiencia al Emperador para solicitarles una tierra donde fijar su residencia.
Carlos I entendió rápidamente que la Orden podría servir a sus propios intereses, así urdió un acuerdo favorable para ambas partes y en el que este cedía la isla a los Caballeros Hospitalarios, que a partir de ese momento comenzó a ser conocida como la Orden de Malta.

De esta forma, el rey de España conseguía por un lado repoblar Malta y por otro disponer de un estado vasallo pleno en maestría marinera y que disponía una flota que era muy útil para frenar las avanzadillas de la Armada Otomana. Además, era una Orden comprometida con el catolicismo y que era respetada por las otras naciones cristianas con intereses en la zona.
En lo referente a los Hermanos Hospitalarios, el presente (que incluía también la isla de Gozo y la ciudad de Trípoli) permitió que volvieran a disponer un territorio desde donde seguir manteniendo vivos sus objetivos fundacionales de la Orden y reactivar su labor corsaria que era una de las fuentes principales de ingresos de la institución.

El tributo del Halcón Maltés
En el acta de cesión de Malta se estipulaba que el arriendo de la isla a los Caballeros Hospitalarios estaba sujeto a un tributo anual consiste en un halcón maltés entrenado para el arte de la cetrería; también se determinó que la cesión tendría lugar en coincidencia con la festividad de Todos los Santos (1 de noviembre), celebrándose una misa especial a tal efecto.
Se estipuló que la Orden de Malta haría la entrega del Halcón a través del Virrey de Sicilia, quien lo enviaba por barco a Mallorca. Desde ahí era custodiado por el Real Gremio de Halconeros de España y trasladado a Carabanchel en Madrid, donde el gremio tenía su sede.
El Gran Asedio de Malta
La cesión fue todo un acierto, ya que la tenacidad de los Caballeros de la Orden de Malta hicieron que la isla se convirtiese en poco tiempo en un obstáculo a la actividad de la armada turca en esta parte del Mare Nostrum.
Los otomanos y sus aliados tomaron cartas en el asunto y decidieron conquistar el enclave, así se produjo un primer intento de asedio en 1551 dirigido por el Corsario Dragut y el almirante turco Sinán, que aunque no pudieron ocupar Malta si saquearon Gozo y conquistaron Tripolí.

Este ataque puso en alerta a los Caballeros, que tejieron una importante red de fortificaciones que sería vital para la heroica gesta realizada en 1565 por los Caballeros de Malta quienes dirigidos por Jean Parisot de la Valette (quien daría nombre a la futura capital de Malta) resistieron el envite de la impresionante flota enviada por el ya anciano Suleimán y dirigida por el almirante Piyale Paşa y el visir Kızılahmedli Mustafa Paşa.
La heroica resistencia maltesa (perdió un tercio de sus habitantes) supuso la primera gran derrota otomana y constituye un punto de inflexión en la guerra entre los reinos cristianos y el Imperio Otomano, provocando un freno en la expansión turca en el Mediterráneo ya que fueron muchas las bajas dentro de las filas otomanas, especialmente entre sus tropas de élite conocidas por el nombre de Jenízaros. Además, el fracaso provocó la reactivación de la guerra en Hungría, que supuso un desgaste importante de las tropas otomanas y donde hallaría la muerte el propio Suleimán.

¿Qué fue del Tributo del Halcón Maltés?
Los Caballeros de Malta cumplieron su obligación y pagaron anualmente su tributo al Rey de España hasta que las tropas napoleónicas les obligaron a abandonar las islas en el año 1798.
No sería hasta el año 2003, cuando se restableció el Real Gremio de Halconeros de España, cuando se planteo de nuevo reinstaurar la tradición del tributo y así en el año 2005, con motivo del 475 aniversario de la cesión de Malta, las autoridades maltesas entregaron a la delegación española un halcón, que siguió la misma ruta de antaño y que fue ofrecido al Rey de España en recuerdo de aquel tributo que cambiaría para siempre el futuro de Europa; un simbólico gesto que es reflejo de la importancia que tuvo aquel halcón y sin el cual no se podría explicar lo que es hoy en día ese pequeño gran país llamado Malta.

Actualizado el 12 febrero,2019.