Milán atesora un rico patrimonio histórico que ha conseguido sobrevivir a las mil y una guerras que ha afectado a la capital de Lombardia a lo largo de su historia; de ese legado arquitectónico podemos destacar el Castello Sforzesco, una sobresaliente fortaleza medieval con la cual los milaneses han mantenido una historia de amor-odio y que hoy en día constituye uno de los monumentos más conocidos de la ciudad junto al Duomo y a la galería Vittorio Emanuele II.

RESIDENCIA DE LA FAMILIA SFORZA
Aunque el castillo fue construido entre 1360 y 1370 por la familia Visconti, sería la saga de los Sforza quienes tras conquistar la ciudad en 1450 y darían eterno nombre a este imponente monumento.
Franzesco Sforza, líder de la familia, amplió y embelleció el castillo con el fin de que la población se reconciliase con el mismo, ya que la fortaleza recordaba lo peor del sanguinario gobierno de los Visconti; para esta tarea contrató al arquitecto conocido como Filarete que realizó importantes reformas en el edificio, entre las que destaca el levantamiento de la torre que hoy en día lleva su nombre y que se ha convertido en su elemento más emblemático; pero Filarete, no fue el único artista que dejó su impronta ya que otros grandes artistas como Leonardo Da Vinci pintaron varias de las salas del recinto.

SÍMBOLO DE LA DOMINACIÓN EXTRANJERA
El edificio pasaría por diferentes manos extranjeras desde que los franceses ocuparan el mismo en 1499, siendo la ocupación española del siglo XVI una de las más significativas, ya que estos prescindieron del uso residencial del mismo y lo alteraron para que pudiera servir de bastión militar, una fortaleza que no solo tenía fines defensivos ante ataques externos, sino que desde la misma los gobernantes foráneos podían controlar la frágil lealtad de la población local.
Este vínculo con la dominación extranjera generó un sentimiento de desafección hacía el edificio que se mantendría con los siglos, hasta el punto que muchos ciudadanos abogasen por su derribo en varias ocasiones.
UNO DE LOS MUSEOS MÁS IMPORTANTES DE MILÁN
El fin de las guerras napoleónicas y la reunificación italiana en el siglo XIX, provocaron que el castillo fuese cedido al ayuntamiento, quien construyó un gran parque público en parte de sus terrenos y restauró alguno de los edificios del complejo como el caso de la Torre de Filarete que llevaba siglos parcialmente derruida, tras una explosión ocurrida en 1521.
Durante la II Guerra mundial, el edificio sería dañado siendo ampliamente renovado tras la contienda, momento en el que se decidió que sus extensas salas sirviesen de contenedor cultural de varios museos y colecciones de arte.

EL CASTELLO Y SU NUEVO VÍNCULO CON LOS MILANESES
Poco a poco los milaneses han ido aceptando el perfil amurallado del castillo como uno de los elementos más singulares y hermosos de su casco urbano, olvidando definitivamente los vínculos negativos asociados al mismo.
Tanto el interior del castillo como su parque, se han convertido en uno de los lugares de esparcimiento más concurridos por los milaneses que disfrutan de su belleza y céntrica ubicación; un sentimiento compartido con los turistas, que tras extasiarse con el potencial comercial de la Vía Dante, desembocan frente a frente con en este histórico edificio, que resume como ninguno la rica historia de la ciudad de Milán.

Actualizado el 17 julo,2017.
Publicado por Miguel Ángel Otero Soliño