La cascada de Montmorency es uno de esos lugares que pueden definir por sí mismos la hermosura visual del paisaje de Canadá; situada en las cercanías de la ciudad de Quebec, la catarata se manifiesta en un torrente de agua que en su caída de 83 metros genera una postal de impecable factura, un retrato al óleo que en su explosión parece jugar a desbordar nuestros sentidos.
Un espectáculo visual, sensorial y sonoro
Así mientras nuestros oídos se estremecen ante el impactante sonido del agua en su peregrinaje vertical, una inmensa nube de vapor de agua empapa nuestro tacto y con su humedad nos recuerda el poderío de este prodigio de la naturaleza que incluso deja pequeño en altura a las célebres Cataratas del Niagara.

Un «pan de Azúcar» helado
Con todo se trata de sensaciones variables, ya que ese sonoro frescor del verano se desvanece con el solsticio de invierno, cuando las aguas se congelan y la voz de la cascada se calla, momento en que no solo los turistas pueden pasear a sus pies, sino que se genera un curioso fenómeno visual denominado “Pan de Azúcar” y en donde un montículo de hielo se eleva hacia al cielo recordando en su forma al conocido monte de Río de Janeiro.

Uno de los lugares más hermosos de Canadá
Pero esta delicia visual esculpida por el río Montmorency, en su búsqueda de su conexión con el río San Lorenzo, no viaja sola, así se hace acompañar de un bosque de arces que escalan la montaña y acompañan al río dotándole de un perfil que desborda vida.
Un conjunto natural perfectamente integrado que el gobierno de Quebec ha protegido incluyéndolo dentro del Parc de la Chute-Montmorency, un completo parque natural de acceso gratuito, que es ideal para los amantes de las buenas vistas y de los paseos por el campo, rutas que con este marco incomparable solo dejan sensación de plenitud, el placer de encontrarse ante uno de los lugares más bellos de Canadá.
Actualizado el 10 noviembre,2018.
Publicado por Miguel Ángel Otero Soliño