Me considero buen amante de la arquitectura y abierto a su ingeniosa forma de expresarse, pero en mis últimos viajes ninguna iglesia o catedral (nueva o antigua) conseguía llamarme la atención hasta el punto de mencionarla con pasión a posteriori, curiosamente tuve que cruzar el charco e irme a Cánada para que mis conos oculares disfrutasen de una placentera impresión al descubrir la Basílica de Notre-Dame en Montreal.

Personalmente no esperaba nada especial tras avistar su sencilla fachada flanqueada por dos torres campanario, pero fue entrar y enamorarme !Que hermosa explosión de detalles!. La presente iglesia de estilo neogótico, es fruto de una reforma realizada a mediados del siglo XIX y durante años fue el templo mas grande de Norte América y primera catedral de la ciudad mas importante del estado de Quebec.

Notre-Dame desprende colorido y fantasía, con un techo que replica un cielo estrellado y que parece proteger una distribución regular de bancos de madera que en su devenir lineal marcan el camino a un espectacular altar mayor, donde la reintepretación del gótico nos regala un espectáculo visual sin precedentes.

Éxtasis compartido porque no son muchos los fieles que oran en el templo, pero si son miles los visitantes que quieren conocer este monumento declarado Sitio Histórico de Cánada desde el año 1989, un verdadero referente del viejo Montreal que incluso suele acoger bodas y funerales de las más importantes personalidades de Quebec.

Estos eventos multitudinarios llenan incluso los balcones de madera de las 2 alturas del recinto que esta coronado por un espectacular órgano diseñado por Casavant Frères, cuyo sonido desborda de cálida melodía incluso a una capilla cercana que perdió su esplendor original como consecuencia de un incendio ocurrido en 1978 y que fue reconstruida siguiendo un estilo mas moderno, cuyo arte se expresa en plena hermosura cuando la luz natural la ilumina de pleno.

Reformas y cambios inherentes a la propia historia de la Basílica, porque mucho tiempo ha pasado desde que un conjunto de jesuitas construyen una pequeña capilla de madera en 1642 y durante ese tiempo la iglesia coqueteo con el barroco, para luego apostar por el neogótico e inspirarse en las tonalidades de la Sainte Chapelle de París, un eterno cambio que ha magnificado y embellecido a este icono de Montreal y que indirectamente ha conseguido emocionar a este viajero agnóstico procedente del viejo continente.

Actualizado el 22 abril,2019.
Publicado por Miguel Ángel Otero Soliño