Navegar facilita el disfrute, desde otra perspectiva, de la belleza de nuestro planeta; así a lo largo de mis travesías navales, la borda de los barcos ha funcionado como un verdadero mirador desde donde he saboreado auténticos paraísos naturales; uno de los lugares que con más emoción recuerdo, fueron los conocidos como Canales Patagónicos, angostura marina que conecta las localidades australes de Punta Arenas y Ushuaia.

Los canales patagónicos son estrechos a la vez que abruptos en su orografía, por eso desprenden en cada tramo una belleza innata, asociada a una naturaleza salvaje y pura, donde las montañas lloran aun glaciares que se deslizan hacia el mar hasta sumergir su lengua de hielo en las aguas.

Muchas de estos glaciares son permanentes, aunque durante el verano austral muestran su deshielo, formando hermosas cataratas, en una oda a lo más lindo del paisaje de Chile.

La sensación de frío, el verdor de la heroica vegetación, la fuerza de los glaciares y la pureza de las aguas del canal se combinan, para generar este entorno que nos traslada a los siglos de oro de la exploración naval, cuando ávidos y ambiciosos exploradores se sorprendían de estas tierras, de un modo similar a lo que nosotros lo hacemos ahora, porque por mucho que pasen los años, los canales patagónicos no envejecen, ni necesitan maquillaje, son hermosos monumentos a la vida o así al menos quiero recordarlos.
Actualizado el 9 julio,2016.
Publicado por Miguel Ángel Otero Soliño
Que belleza!! No creo llegar a conocerlo. Que hermosos paisajes
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nunca se sabe a lo mejor algún día los conoces 🙂
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