Gracias, amigo Félix

Cuando yo nací él ya jugaba en el cielo con el osito de la osa mayor, pero puedo afirmar con rotundidad que existen pocas figuras que hayan influenciado tanto en mi vocación profesional que como lo hizo en su día el naturalista Félix Rodríguez de la Fuente.

Felix Rodriguez de la Fuente Naturaleza
Félix Rodríguez de la Fuente y su amigo el lobo

Su legado tiene profundas raíces en mi vida, ya que las eternas repeticiones de sus documentales fueron mi primer acercamiento al mundo natural, a los animales salvajes, a la fauna ibérica o al brutal exotismo de la selva venezolana; clases magistrales de biología que se iniciaban con una melodía cuya fuerza instrumental te atrapaba desde el primer momento y que se fusionaba con la voz profunda y castellana de este artista de la palabra.

Porque Félix era pura oratoria, prosa vocal basada en profundos conocimientos de etología y ecología y que traspiraba profundo amor a la naturaleza. Su voz se mimetizaba a la perfección con ese discurso visual creado por sus documentales que impactaron durante años a medio mundo como sucedió con la célebre serie del Hombre y la Tierra.

Series de la naturaleza, que no adormecían y que mantenían en vilo a millones de españoles; epopeyas de valientes lineas argumentales en las que no solo se enseñaba a jóvenes y adultos, sino que también alertaba y denunciaba, en una labor contracorriente y en ocasiones casi suicida como se pudo ver en su obstinada defensa del lobo ibérico, la cual le creó profundas enemistades y alguna que otra amenaza de muerte.

Félix Rodríguez de la Fuente tuvo sus claros oscuros, pero es innegable que fue responsable de que la conservación fuese al fin respetada en nuestro país, de que se crearan reservas naturales como Montejo de la Vega, y que se protegiesen especies importantes como el lobo o el halcón peregrino, pero sobre todo ayudó a crear una cantera de biólogos y conservacionistas que hoy intentamos de una manera o de otra recoger su testigo.

Ya han pasado muchos años de ese fatídico viaje en avioneta en Alaska que me impidió conocerte, de ese 14 marzo de 1980 en el que los niños de todo el país lloraron tu muerte y cuyo sentir se tradujo en esa melodía de «Amigo Félix«, que sigue siendo la canción infantil más triste que se haya escrito en España.

Hoy más que nunca te recuerdo «amigo», os debo mi vocación y mi trabajo, ya que soy biólogo y viajero por el mundo que me mostraste, por las respuestas que me distes y por la determinación que me ofreciste, Gracías Félix!!.


Actualizado el 14 marzo,2017.
Publicado por Miguel Ángel Otero Soliño