Troya es, sin duda, una de las ciudades más mitificadas de la historia, hasta el punto que muchos expertos llegaron a negar su propia existencia, pero hoy en día este yacimiento arqueológico es una de las joyas turísticas de Turquía y un lugar especial para rememorar el legendario pasado de toda Asia Menor.

Troya no es una ciudad cualquiera, de hecho la Guerra de Troya es uno de los eventos más relatados de la antigüedad y su devenir son puntos centrales en las narraciones tanto de la Iliada y la Odisea, obras cúlmenes de Hómero y de toda la literatura griega clásica.
La histórica ciudad se situaba apenas unos kilómetros de la entrada del Estrecho de Dardanelos (no muy lejos de la actual ciudad turca de Çannakale), una posición estratégica que hizo que la misma fuese habitada desde el III milenio antes de Cristo.

Hititas, griegos, romanos y bizantinos habitarían esta urbe, que sufriría un gran terremoto en el año 500 d.C, que provocó que el derrumbe de los edificios más notables; aunque el núcleo permaneció habitado varios siglos más, pero acabaría en el olvido con la llegada de los otomanos.
Ya en el siglo XIX, el polémico arqueólogo Heinrich Schliemann encontraría el emplazamiento de Troya en la colina de Hisarlık e iniciaría un conjunto de excavaciones que supondría el regreso a la vida de Ilión (forma griega para denominar a la ciudad).
El actual yacimiento arqueológico de Troya (Truva Antik Kenti en turco) es el resultado de las diferentes excavaciones internacionales y turcas realizadas en la colina desde 1870, fecha en la que se empezó a explorar el terreno.

El parque arqueológico nos recibe con una replica del célebre Caballo de Troya, el simbólico caballo con el que los aqueos engañaron a los troyanos y consiguieron adentrarse en el interior de los muros de la ciudad, inclinando así la batalla iniciada por el secuestro/seducción de Helena.
Esta legendaria artimaña, que ha sido mil veces retratada cuadros y películas, ha tenido un impacto muy fuerte en la sociedad occidental llegando incluso ha dejar una fuerte impronta en nuestro lenguaje; así en español un «Caballo de Troya» se usa como «persona o cosa que se introduce subrepticiamente en algo para lograr un determinado objetivo» o bien como sinónimo de un tipo de virus informático.

Tras fotografiarnos con el monumental caballo de madera, continuaremos nuestra visita por las ruinas de la ciudad, en la cual se pueden observar hasta 11 fases de ocupación, correspondientes a los distintos asentamientos troyanos.

A diferencia de otros grandes parques arqueológicos turcos como el de Éfeso o Afrodisias, no encontraremos aquí restos de grandes templos o teatros, siendo el conjunto monumental conservado bastante modesto, donde principalmente podemos destacar sus muros y un pequeño odeón de la época romana.

Para ya encontrar piezas arqueológicas de mayor valor arqueológico tenemos que trasladarnos al cercano Museo de Troya, donde se exhiben algunas de los mejores objetos encontrados en el conjunto; lamentablemente no se encuentran entre ellas las pertenecientes al «Tesoro de Príamo», el conjunto de piezas de oro encontradas por Schliemann y atribuidas inicialmente al legendario Rey de Troya y que tras diferentes avatares son exhibidas en el Museo Pushkin de Moscú.

La visita es un paseo por la historia real y por la mitológica, un viaje donde sentirnos Aquiles o Ulises y que nos ayuda a comprender mejor los cimientos con los que se ha construido nuestra civilización y en los que la legendaria ciudad de Troya tiene mucho que decir.

Actualizado el 4 noviembre,2022.
Publicado por Miguel Ángel Otero Soliño