Los antiguos complejos industriales son siempre lugares con un inmenso potencial de transformación y en donde el arte urbano puede hacer su magia y convertir edificios abandonados o sin interés estético en polos de atracción social o turística, como ha sucedido con el barrio de Telliskivi en Tallin.


En Estonia los genios nacionales e internacionales del street art son convocados anualmente a redefinir, bajo el amparo de un festival de arte urbano, la ciudad creativa de Telliskivi (Telliskivi Loomelinnak en estonio), un espacio donde diferentes empresas del mundo de la cultura y de los eventos han decidido convivir en armonía.

Telliskivi nace del reciclaje arquitectónico de unas obsoletas instalaciones eléctricas de la compañía férrea estatal, que han ido tomando una estética propia que atrae a locales y turistas, que vienen a fotografiar los murales, disfrutar de sus restaurantes, comprar en sus mercadillos o bien asistir a los continuos eventos culturales (conciertos, teatro..) que se celebran aquí.


Un contenedor cultural configurado por edificios de ladrillo o incluso antiguas locomotoras y que ha sido decorado con seres de la naturaleza, mitológicos o humanos que parecen haberse adaptado al ruido de los ferrocarriles que circulan por la cercana estación de trenes de Tallin.

Telliskivi lleva animando la vida cultural estonia desde 2007 y cada año se enriquece de las nuevas aportaciones de arte urbano de su festival, por ello uno siempre ha de volver a redescubrir esta barriada única que explica como ninguna esa alma alternativa que atesora la capital de Estonia.


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Actualizado el 23 octubre, 2021.
Publicado por Miguel Ángel Otero Soliño