Si fuera pintor no dudaría en coger un pincel y plasmar mi talento dibujando el bucólico perfil del castillo de Trakai, porque existen pocos escenarios en el mundo capaces de transmitir tanto visualmente como esta joya considerada como el monumento más bello y famoso de Lituania.

Un lago, una isla y un castillo que emerge de las aguas, todo ello rodeado por un entorno de bosque de ribera y de casas de madera plenas en colores, así es el perfil urbano de Trakai, una ciudad pequeña en número de habitantes pero rica en diversidad humana ya que convivieron durante siglos en armonía lituanos, polacos, ortodoxos rusos, judíos caraítas e incluso musulmanes tártaros.
Atmosfera multicultural que tiene su origen en una cacería a mediados del siglo XIII, momento en el que el Gran Duque de Lituania Gedíminias se enamora de estas tierras y decide construir un castillo que sería el germen de la urbe, que con el tiempo llegó a convertirse en la capital oficiosa de Lituania.

Con todo no será hasta mediados del siglo XIV, cuando el espectacular castillo de isla se llena de armazón de piedra y ladrillo y su perfil empieza a ser un reflejo del esplendor del Ducado de Lituania.
Con todo más allá de su valor estético y residencial, el castillo fue un puntal defensivo que resistió innumerables asedios y guerras, hasta que a mediados del siglo XV, durante las guerras contra el Principado de Moscú, la fortaleza quedo gravemente dañada y no volvió a ser reconstruida.
Durante varios siglos, el castillo permaneció como recuerdo del antiguo esplendor lituano y no sería hasta el siglo XIX cuando los pintores y los fotografos encontraron en su decrepita áurea una fuente de inspiración y empezaron a difundir la enigmática y bella huella de su esqueleto.

A partir de este momento, los proyectos de reconstrucción se multiplican pero no se materializaría hasta mediados del siglo XX, cuando el gobierno de la Unión Soviética reconstruye el castillo y devuelve al pueblo lituano uno de sus mayores símbolos.
El castillo de Trakai, hoy en día, es uno de los lugares más fotografiados y visitados del país, algo fácilmente comprensible al acercarse al mismo y ver como el castillo domina visualmente todo el entorno natural del lago.
Un lago que muta con las estaciones y cuyas aguas se congelan en invierno y florecen de color en primavera. Vida vegetal que enrojece y parcialmente fallece durante el otoño, momento en el que aun es fácil divisar a patos reales y a cisnes quienes se unen a los miles de visitantes que se acercan a estas tierras para disfrutar de su presencia, en busca de un recuerdo imborrable, cuya bella impronta permanecerá en nosotros pese el paso del tiempo.
Actualizado el 08 enero,2018.