A lo largo de la historia muchos paraísos naturales han desaparecido por la lamentable acción del hombre, pero en otras ocasiones ha sido la propia naturaleza quien ha atentado contra su propia belleza; uno de los ejemplos más claros de esto último fue la perdida de la que fue una de las maravillas visuales de nuestro planeta: Las Terrazas Rosas y Blancas en Nueva Zelanda.

Este espectacular conjunto de terrazas calizas de color blanco y rosáceo, se encontraba situado en los bordes del lago Rotomahana cerca de la localidad de Rotorua en Nueva Zelanda. Fue el verdadero referente turístico del país durante el siglo XIX, hasta que la entrada en erupción del Monte Tarawera en el año 1886 las hizo desaparecer completamente, creándose un profundo cráter que con el paso del tiempo se rellenaría de agua.
Esta «cascada de algodón», también conocida por lo maorís como Otukapuarangi, se formó por la acción de las aguas termales que en su transito por la zona provocó la precipitación del bicarbonato de calcio creándose densas capas de carbonato cálcico, diseñando con ello un singular paisaje de estanques y cascadas.

Apenas existen fotos de este regalo de la naturaleza que atraía a innumerables aventureros, pero a partir de los documentos y de las litografías elaboradas en la época se puede interpretar su aspecto, el cual no distaba mucho del que se puede observar hoy en día en Pamukkale en Turquía.
Sin duda un paraíso que desapareció para nunca volver o quizás sí porque en 2017 científicos redescubrieron las terrazas y aparentemente se encuentran intactas eso sí cubiertas por toneladas de lodo y ceniza, veremos si algún día el planeta es capaz de recuperar este paraíso perdido, que muchos han llegado a citar como la 8ª maravilla del mundo.
Actualizado el 24 abril,2019.
Enhorabuena por el post, no tenía ni idea de la antigua existencia de este lugar, pero habiendo estado en Pamukkale este verano no me cuesta trabajo imaginarlo. Si es cosa de la naturaleza es una pena, pero debe seguir su curso… En cambio cuando es acción del hombre sí que es algo digno de condenar. El Pamukkale en este caso la degradación de la montaña blanca ha ido en ascenso vertiginosamente por el descontrol del turismo, secándose muchas de las piscinas (sólo había una ladera cuando yo estuve). Parece que ya han puesto algo de control y esperemos que no se siga deteriorando.
Un abrazo de la cosmopolilla.
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Gracias por tu comentario, si en l caso de Pamukkale ha sufrido un importante deterioro, y no se ha puesto freno del todo en 2014 ha sido el lugar mas visitado de Turquia y eso es mucha presion para un espacio delicado. Si la naturaleza lo esculpe y luego lo destruye es una pena pero el perderlo por nuestra mala gestion es muy triste ya que por avaricia se puede perder una maravilla como esta que cuando desaparece no vuelve. Un abrazo
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