Dicen que en el pasado una barca cruzaba el pausado cauce del río Lima en Portugal trasladando pasajeros a ambas orillas, barquero que acabaría perdiendo su trabajo en pleno siglo XV, cuando un puente fue levantado y un núcleo poblacional se hizo estable y adquirió el nombre de Ponte da Barca.

Menos monumental y popular que su vecina Ponte de Lima, este municipio ribereño es más que el puente que le da nombre, ya su núcleo urbano está lleno de casas con encanto, cuyos tejados dan sombra a calles empedradas santificadas por capillas e iglesias.

En el perfil urbano del municipio sobresale su iglesia matriz, que aparenta ser manca ya que amaga con dos torres pero solo eleva el cielo una de ellas que sigue el patrón barroco de toda su fachada.

Podría ser el monumento principal de la villa, pero su hermoso puente lo acapara todo y uno tiene que rendirse a sus pies y no solo por lo estético del mismo sino por la belleza natural del río que lo cruza con senderos plenos de bosque de ribera. Un fluir que nos acompaña hasta Peneda-Gerês, el único parque nacional portugués que nace a las puertas de Ponte da Barca y que constituye un atractivo más para decidirse a conocer esta singular localidad portuguesa.

Actualizado el 1 febrero,2018.