La cámara está lista para disparar y las lagrimas recorren las mejillas de los presentes, son muchos años vinculados sentimentalmente a la isla de Cortegada y el abandonarla supone un dolor indescriptible; la instantánea de los colonos que habitaban esta isla gallega acompañará la donación del titulo de propiedad al rey Alfonso XIII y tienen que aparecer felices en la misma, pero muchos no pueden ni fingir y se marchan llorando ante la realidad de perder lo que durante años fue su casa y su medio de sustento.

Es el año 1907 y el pueblo pontevedrés de Carril realiza una polémica suscripción popular con el fin de regalar Cortegada a la Corona; en la mente de las «fuerzas vivas» está la idea de que la familia real construya un palacio de verano en este enclave de la Ría de Arousa, esperando que la llegada de la clase pudiente suponga un impulso en la economía local.
Los isleños, que viven de los recursos ganaderos y agrícolas de la isla, ven esta maniobra con recelo, pero son sometidos a fuertes presiones por parte de las autoridades locales y acaban de aceptar la cesión de la isla y abandonan a su pesar la aldea donde crecieron y vivieron durante generaciones.

El desplante del Rey
El monarca acepta el presente y promete la construcción en ella de una residencia de verano, pero cuando los Borbones finalmente visitan Carril, estos apenas muestran interés por la isla y su estancia en la misma no supera la media hora; esto enciende ya el rencor de los isleños, que se ahondará aun más cuando los reyes eligen finalmente el Palacio de la Magdalena de Santander como centro vacacional y convierten a Cortegada en un coto privado de uso exclusivo para la familia real.
Al ser cedida en exclusiva al rey y no a la Corona, la isla no revertirá al estado tras la guerra civil y seguirá siendo patrimonio personal de Don Juan de Borbón quien la venderá en 1978 a una inmobiliaria quien pretendía replicar aquí el modelo aplicado anteriormente en la cercana isla da Toxa, construyendo en el paraje hoteles y residencias de lujo.

Integración en el parque nacional de las Islas Atlánticas de Galicia
Este último gesto finiquita la relación entre la monarquía y el pueblo de Carril, que junto a los nacientes movimientos ecologistas se oponen firmemente a una nueva privatización de la misma y consiguen parar el proyecto.

Los años de parón en la actividad ganadera y agrícola, permitieron que naciera libremente una impresionante y diversa vegetación; los laureles que delimitaban las antiguas fincas crecieron anarquicamente creando de forma espontánea el bosque de laurel más grande de Europa.
Esta floresta única y su carácter insular, permitieron que fuese finalmente integrada en el año 2002 en el recién creado Parque Nacional de las Islas Atlánticas de Galicia junto a los archipiélagos de Cíes, Ons y Sálvora.
Con la protección del espacio, los dueños de la inmobiliaria, ya sin margen de maniobra para su proyecto, acabarían por vender en 2007 a la Xunta de Galicia los terrenos, que pasaría de nuevo a patrimonio público para alegría para los amantes de la naturaleza, pero especialmente de los habitantes de Carril quienes pese a los años y la afrenta real seguían considerando a Cortegada como su «isla».

La isla de los habitantes de Carril, pero un paraíso abierto a todos
Esta idea de posesión se manifestó claramente al antiguo presidente de la Xunta Emilio Pérez Touriño, que cuando visito por primera vez la isla acabo encallando con su yate por no atender propiamente a las mareas y se vio obligado a hacer uso de las barcas de los pescadores que en cadena lo trasladaron a la isla, mientras uno a uno le saludaban diciendo aquello «bienvenido a mi isla».
Estos sentimientos se justifican en parte por el hecho de que la economía de Carril depende indirectamente de las aguas próximas al parque ya que allí se cultiva su famosa almeja; así en la parte más próxima al pueblo se observa como el mar está completamente dividido en parcelas, marcadas por estacas que determinan el dueño de las «fincas».
Con todo, la isla de Cortegada es un paraje natural abierto a todos los visitantes que quieran conocerla a través de visitadas guiadas organizadas por el parque nacional o por empresas turísticas, aunque el cupo de visitantes diarios es pequeño y solo alcanza las 125 personas por día.

Visita a la Isla de Cortegada
A la hora de organizar una visita a la Isla de Cortegada, hay que tener en cuenta que está siempre está limitada por las mareas ya que la isla solo puede ser solo visitada en marea alta, momento en el que hay calado suficiente para alcanzar el pequeño pantalan de la isla.
La visita normalmente incluye un paseo circular por su contorno, uno empieza la misma conociendo los restos de la antigua aldea, cuyos edificios adaptados a la vida agrícola, hoy permanecen abandonados y sobrepasados por el crecimiento del bosque.

A nivel monumental la capilla dedicada a la Virgen de los Milagros es su principal atractivo, hablamos de un pequeño templo del siglo XIV que en el pasado atraía a cientos de enfermos que buscaban la mediación divina para solventar sus enfermedades.
Aunque en la actualidad la iglesia se encuentra abandonada, recientemente se ha publicado que será restaurada e integrada como un atractivo más del Camino de Santiago por el Mar.
El resto del paseo se hace principalmente bordeando la costa, donde podemos observar la lucha de las distintas especies de arbolado por controlar el espacio que antiguamente estaba ocupado por los terrenos de cultivos. La isla es rica en agua lo que explica la gran frondosidad vegetal que se aventura incluso hasta las bucólicas playas del espacio natural.
Robles, pinos, sauces, alisos, espinos albares … la diversidad natural es tal que hasta se han contabilizado 800 especies diferentes de hongos, por no hablar de la gran cantidad de avifauna que habita no solo la isla principal sino también una serie de islotes próximos, cuyas aguas están protegidas por el amparo del parque nacional.

Aire puro y frondosidad que se hace más intensa cuando nos adentramos a la zona central de la isla, donde el Laurel domina y en donde logramos entender la pasión de los habitantes de Carril por «su isla».
Es difícil no enamorarse de un rincón así, ya que Cortegada es una isla mágica un verdadero homenaje a la riqueza ambiental de Galicia, un sueño para quienes se aventuren a descubrir las Rías Baixas.
Actualizado el 4 septiembre, 2019.
Publicado por Miguel Ángel Otero Soliño