La amarga melodía de Buenos Aires

Esta historia nace en una tienda de música en Ushuaia en el año 2007; allí un compañero del barco donde trabajaba había encontrado su propio tesoro marinero, se trataba de una variada colección de música argentina que pronto se volvieron como himnos de nuestra alocada travesía. El personal de cocina, mientras limpiaban los restos diarios de otra gula marinera, empezaron a poner de forma rutinaria algunas de las canciones del disco Señales del grupo Callejeros; pronto estas melodías empezaron a servir de fondo para la toma de cervezas clandestinas y charlas alegres que ayudaban a unirnos y a olvidarnos de esa cuchillada en el alma que es la morriña.

Cromañon Argentina
Santuario espontaneo surgido a raíz de la catástrofe del Cromañon en Buenos Aires Foto: Miguel Ángel Otero Soliño

Para mi estas canciones me sirvieron de antesala de mi primera visita a Buenos Aires y sonaron en mi mente cuando nos acercábamos a al resguardo de su dársena norte. Buenos Aires me alcanzó de pleno en el corazón, fue en caso de enamoramiento a primera vista y tras deambular por la calle Florida me tope con algunos de los compañeros que gastaban con locura los réditos obtenidos en el barco. Pasado un tiempo les pregunte por hoteles para alojarme esa noche y el más joven del grupo de pronto se le iluminaron los ojos, !tíos veniros al mio, es el mejor que he conocido nunca!.

Debería haber sospechado de él, pero no se porque pero nos montamos varios en un taxi e iniciamos una carrera loca que atravesaba barrios y calles de nombres ajenos a mí. De esta forma acabamos en un anticuado hotel situado en el barrio de Once en la Balvanera. El barrio lucia sucio, decrepito y de hecho poco tiempo después de acabar el check-in las putas ya merodeaban por los alrededores; al principio quisimos matar a nuestro amigo, pero luego comenzamos a disfrutar de la magia de los giros del destino.

Salimos y disfrutamos como nunca de la noche argentina, fue de esas noches memorables en que todo fue alegría y diversión y en la que regresamos al hotel rozando el amanecer; para cuando agarre la cama el cansancio era tal que hubiera dormido hasta la tarde sino fuera porque a las 11 horas comenzaron a llamar a la puerta como locos. El compañero con quien compartía habitación miró quien era y le abrió… era otro colega, el mismo que había comprado todo el arsenal musical para el barco, que desbordaba excitación.

!Tíos que locura! !que locura!….

«¿Que pasó?»  le espetamos….

«Buahhh buahhh …. !que locura!… ayer cuando llegue me quede fumando un porro en la calle y empece a caminar porque no tenía sueño y de pronto me encontré con el Cromañon, el puto Cromañon«….

«¿Que es el Cromañon?» preguntó mi otro compañero

«Callejeros!!! tio callejeros!!! donde se produjo la catástrofe»

La Catástrofe del Cromañon fue uno de los acontecimientos más lamentables de la historia reciente de Buenos Aires. El 30 de diciembre de 2004 durante un concierto de Callejeros, un espectador encendió un objeto pirotécnico en la sala de conciertos Cromañon que acabó por provocar un incendio que se llevó por delante la vida de 194 personas y dejo miles de heridos. Yo había escuchado la historia de aquella trágica noche, pero de aquella no había entendido aun la magnitud del impacto psicológico de lo sucedido, pero pronto lo descubriríamos ya que nuestro compañero, animado por las drogas y por una creciente devoción por el grupo, nos arrastró a conocer el lugar sin más dilación.

Aún con legañas en los ojos, me encontré ante un verdadero santuario que de forma espontanea había surgido para rendir a los»pibes» que murieron en aquella trágica velada. Nunca había visto algo parecido, una calle cortada que servía de marco a una explosión de mensajes, pintadas, ropas y restos de la discoteca, todo colocado en un anárquico desorden que transmitían un profundo dolor a todo el ambiente.

Cromañon Buenos Aires
Mensajes de apoyo a los fallecidos en la tragedia  Foto: Miguel Ángel Otero Soliño

El paseo fue acompañado por familiares de los fallecidos que protegían el santuario y que nos contaban como se había mascado la tragedia. Así comprendimos que el desastre se produjo por la ambición de aquellos que vendieron entradas de mas por puro lucro y que incluso habían candado las salidas de emergencia provocando un mayor desastre, pero también por la neglicencia del propio grupo que solía tolerar el uso de bengalas en sus conciertos. Entre los familiares había gente que perdonaban a Callejeros, ya que argumentaban que también habían perdido a muchos familiares y amigos en el incendio, y otros directamente les responsabilizaban de todo aquel desastre; pronto notamos que existía una división profunda con heridas que jamas iban a cicatrizar.

Las canciones de Callejeros, que habían animado nuestras tardes en el barco, se entremezclaban ahora en mi mente con el dolor de aquellas dedicatorias, algunas dirigidas incluso a menores que lamentablemente alguien permitió que estuvieran presentes. Decidimos dejar nuestra nota de recuerdo y nos fuimos compartiendo la sensación de injusticia de los que murieron solo por querer disfrutar de la música.

Cromañon pibes
Las zapatillas se convirtieron en el símbolo para todos aquellos que reclamaron justicia para los muertos en el Cromañon  Foto: Miguel Ángel Otero Soliño

Más allá de las consecuencias judiciales y políticas, aquel suceso provocó un punto de inflexión en la historia de la música y el mundo de la noche de Buenos de Aires, ya que muchos locales cerraron por sus manifiestas carencias en seguridad, también fue un antes y después para el barrio de Once y especialmente para las familias de los fallecidos, pero también provocó un profundo cambio en mí ya que comprendí que a veces el destino quiere que aprendamos a su manera y aquello fue una ensangrentada lección escondida entre letras de rock and roll, donde se me alertaba de los peligros de la codicia.

Ahora cuando escucho a Callejeros, mis sentimientos se desbordan, su amarga melodía me hace recordar esta enseñanza que me unió para siempre a Buenos Aires, porque en donde menos te lo esperas los viajes se convierten en escuela de la vida y los profesores son sus calles y esquinas.

Dedicado a Angie de Titin Round the World, ella conoce el motivo y especialmente a todos aquellos que murieron injustamente en el Cromañon. !Siempre Presentes!


Actualizado el 20 enero,2016.
Publicado por Miguel Ángel Otero Soliño