Vivir cerca de la frontera tiene sus ventajas y así hacer una escapada a Portugal es una parte habitual de mi droga viajera, lo curioso es que lugares ya explorados en innumerables ocasiones como Braga, aun siguen ofreciéndome sorpresas como la recibida recientemente cuando descubrí la capilla de San Fructuoso.

La capilla, pese a su gran valor histórico, es ciertamente desconocida por los viajeros, a excepción de aquellos peregrinos que hacen parada en la misma, ya que el Camino de Santiago pasa por sus inmediaciones. Se cree que fue creada como templo funerario para honrar el eterno descanso de San Fructuoso, obispo de Braga y una destacada figura del cristianismo durante la época visigoda.
Llegamos a las inmediaciones de la capilla y aventuramos a ver la misma un poco oculta por el cierre del actual Convento de São Francisco, que muestra ese estilo barroco tan característico de muchas iglesias del Norte de Portugal.
Esperamos pacientes a la apertura del templo, que aunque es gratuito tiene unos horarios de visita muy restringidos; aparece un hombre con unas llaves y con parsimonia va abriendo una a una las puertas del complejo.

Entramos y nos dirigimos directamente a la pequeña capilla, joya medieval de Braga y cuya antigüedad ha despertado apasionados debates entre los historiadores, ya que muchos la encuadran en el arte visigodo del siglo VII (se tienen evidencias escritas que San Fructuoso creó un monasterio en la misma localización), mientras que otros la sitúan en los albores del siglo X, cuando los visigodos hacía tiempo que eran un recuerdo del pasado.

Sea como sea la Capela de São Frutuoso de Montélios, como se llama en portugués, exhibe una planta en cruz griega, con un interior que denota una cierta influencia mozárabe. Sencilla en su decoración, la capilla desprende un intimismo notable y pese a su pequeño tamaño nos enamora, trasladándonos en un soplo a una época de la que apenas quedan vestigios, de ahí que esta sencilla iglesia sea bien merecedora de ser considerada monumento nacional.

Nos vamos con la sensación de que quizás muchos turistas no entiendan importancia de este edificio, pero para entender la relevancia de Braga, especialmente en lo referente a la historia del cristianismo en Portugal, debe acercarse a esos templos primigenios que hicieron que la ciudad sea conocida como la «Roma Portuguesa«, una Braga eterna que exhibe todos los estilos arquitectónicos, pero cuyas raíces nacen en el lugar donde San Fructuoso soñó con un monasterio.
Actualizado el 8 enero, 2019.