Florencia, la deseada enfermedad de un viajero

El escritor francés Henri Beyle, más conocido por el seudónimo Stendhal, sufrió en la ciudad italiana de Florencia la mezcla de ahogo y desfallecimiento que se produce al contemplar una acumulación de arte y belleza en muy poco espacio y tiempo; una curiosa enfermedad que recibe el nombre de Síndrome de Florencia o Stendhal, al ser este el primero en descubrir sus síntomas.

Más allá de las pocas personas que puedan experimentar esta rara enfermedad, es innegable que la capital de la Toscana te invade visualmente con ríos de exquisita expresión arquitectónica, porque las calles de la urbe aun desprenden ese aroma único, aire con esencia que fue moldeado al gusto de escultores y artistas, los cuales convirtieron a Florencia en una de las ciudades más bellas de Italia.

Firenze
La impresionante vista de la ciudad de Florencia  Foto: Miguel Ángel Otero Soliño

Florencia es un diamante que desborda en quilates, un sueño hecho realidad que nació en la edad romana y que deslumbro durante su prosperidad medieval, época en la que las familias florentinas, enriquecidas por el comercio y por el préstamo bancario, prosperaron realizando importantes obras públicas que se iniciaron con la construcción de la Basílica de San Miniato y que magnificaron con el levantamiento del imponente Duomo y de sus vasallas las basílicas de Santa María de Novella y la de Santa Croce, ante la cual aun hoy se sigue jugando el violento precursor del fútbol moderno el Calcio Storico.

Florencia
Duomo de Florencia  Foto: Miguel Ángel Otero Soliño

Pero el arte en la «Atenas de Italia«, como fue denominada por muchos en el siglo XIX, parece no acabar nunca porque cada esquina está llena de obras que te hacen enfermar de amor por esta ciudad; el mejor ejemplo es sin duda la Piazza della Signoria donde decenas de estatuas y una fuente dedicada al rey de los mares trabajan de guardianes a tiempo completo para el Palazzo Vecchio, sede del gobierno municipal y uno de los edificios más logrados de la ciudad.

En esta galana plaza se ubicaba una de las obras que resumían como ninguna la maestría de los escultores florentinos: El David de Miguel Ángel; demasiado bella para estar a la intemperie, hoy esta descomunal escultura es exhibida en la Galería de la Academia de Florencia, uno de los museos de referencia de la ciudad.

Palazzo Vecchio Florencia
Interior del Palazzo Vecchio  Foto: Miguel Ángel Otero Soliño

Pero si uno quiere conocer el corazón artístico de Florencia, no hay dudas que debe dirigirse a pie del río Arno para conocer la famosa Galería de los Uffizi, una de las pinacotecas más completas del mundo y en la que sobresale la esplendida obra de Botticeli el Nacimiento de Venus.

Uffizi
Galeria de los Uffizi  Foto: Miguel Ángel Otero Soliño

La galería, además de almacenar lo mejor del arte renacentista de Europa, sirvió como centro de trabajo para la magistratura florentina y como palacio de uso personal de una de las más célebres familias florentinas los Médicis. Este linaje legendario hizo construir una pasarela que comunicaba el Palazzo Vecchio con el Palacio Pitti en el otro lado del río; para pasar el cauce fluvial, se valieron de una galería que cruzaba el histórico Ponte Vecchio, donde los joyeros vendían sus alhajas en bancos que eran rotos por soldados cuando un vendedor no podía pagar sus deudas, dando así origen a la palabra «bancarrota».

Florencia
Florencia de noche  Foto: Miguel Ángel Otero Soliño

El otro lado del río «Oltrarno» es un mar de iglesias, mansiones ajardinadas, torres y murallas, a pie de unas colinas desde donde obtenemos las mejores vistas de la ciudad, porque uno se enamora completamente de Florencia desde la Piazzale de Michelangelo, donde las calles llenas de turistas y de tiendas de lujo se hacen minúsculas ante la atenta mirada de palacios que se hacen torres en recuerdo de unas poderosas familias que se controlaban unas a las otras.

Sinagoga de Florencia
Gran Sinagoga de Florencia  Foto: Miguel Ángel Otero Soliño

Homenaje a la altura donde la Cúpula de la Catedral de Brunelleschi marca el techo en dura competencia con la bóveda de la Gran Sinagoga, mientras a sus pies se extienden miles de tesoros en forma de bibliotecas, galerías de artes, museos, claustros, casas señoriales e incluso mercados protegidos por jabalís.

Una ciudad que desborda y que es inabarcable pero que en una visita alimenta tu amor por lo bello, una Florencia que de noche desprende alma, al atardecer colores y al amanecer luz, porque bajo el cielo de la Toscana uno quiere enfermar, ya que el virus de viajar late con fuerza en esta joya que engalana Italia.

Florencia
Florencia al atardecer  Foto: Miguel Ángel Otero Soliño

Actualizado el 12 mayo,2016.
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10 comentarios en “Florencia, la deseada enfermedad de un viajero

  1. Acabo de volver de realizar una curiosa ruta por la Toscana y gracias a tu articulo he podido alargar un poco mas mis paseos por esta indescriptible ciudad renacentista. No cabe duda de que es uno de esos lugares que te atrapan y a pesar de la marabunta turística que en estas fechas te engulle, encontrar un momento en la cálida noche florentina para disfrutar de la Plaza de la Señoria es algo incomparable.
    Un saludo.
    Luis.

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  2. Dos veces había tenido la oportunidad de visitar Florencia antes de este verano y en las dos ocasiones me quede con las ganas de aprovechar mejor el tiempo. Por eso esta vez elegí la ciudad para pernoctar y busque un alojamiento con encanto para pasar cuatro noches, Villa Nardi, una típica mansión florentina de principios del XVIII.
    Y como lo que nos apetecía era descubrir los rincones que pueblan la región, el coche resultaba indispensable. Evidentemente la mejor opción es alquilarlo allí pero como la decisión de viajar fue un tanto imprevista trace una ruta desde mi casa y aproveche la ocasión para conocer algunas ciudades francesas.
    Casi 1400 kilo metros nos separan de Florencia así que descubrí con agrado lugares como Montpellier, Narbone, Nimes, Vence, Saint Paul de Vence, Cannes y ya en Italia Genova.
    Llegados a la Toscana ademas de perdernos por las calles florentinas, disfrutamos de la maravillosa Siena y su ambiente festivo, de la amurallada Lucca, de la espectacular visión de San Gimignano, de Cortona y de los pueblecitos de Chianti con sus paisajes de viñedos y bosques y donde de verdad disfrutamos de su gastronomía.
    Han sido unos días intensos en los que nos hemos sentido muy a gusto.
    Un saludo.
    Luis

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  3. Suena genial tu plan, de hecho es algo parecido a lo que planteo hacer este verano, te queria preguntar si encontraste problemas para conducir en Italia y Francia, me refiero a temas de peajes etc, es que no se como esta ese tema, de las ciudades francesas que comentas cuales son las que valen mas la pena. ¿Cual es tu opinion de Genova?

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