El río Miño no es solo el torrente más caudaloso de la península ibérica, sino también constituye la frontera que separa España y Portugal, una raya imaginaria de vida que muere en el Atlántico a los pies del hermoso municipio portugués de Caminha.
Caminha es un lugar para el disfrute de los sentidos, donde uno puede enamorarse de la vista de sus casas encaladas o de sus iglesias con aire a fortaleza. Un espacio donde los sabores de la gastronomía local es aderezado con un buen café portugués y un pastel de nata.

La plaza do Conselheiro Silva Torres, constituye el epicentro de la villa, donde las terraza invaden una coqueta plaza adornada por un hermosa fuente monumental y en el que también destaca el gallardo edificio de su Cámara Municipal.

El ayuntamiento luce un estilo amurallado con almenas que también decoran el principal monumento de la ciudad su esplendida iglesia Matriz, que también expresa su belleza a través del arte manuelino que decora gran parte de su interior.
A los píes de la iglesia se alzan los restos del recinto amurallado que protegía la urbe, sus cañones se unían en potencia a los del Fuerte de Ínsua, un bastión que protege la desembocadura del río Miño.

Donde muere el Miño, nace una sucesión de impresionantes playas como la de Moledo o de Vila Praia de Ancora, arenales azotados eso sí por un fuerte viento y oleaje, pero hermosos para actividades acuáticas como el surf o mismo para dan un paseo.
Caminha es fusión de la belleza del mar y río, un entorno de excelencia para todos aquellos amantes de la tierra Portuguesa.
Actualizado el 2 abril,2018.