Allá donde Europa se convierte en Atlántico, parece el lugar elegido por el sol para descansar de su cálido ciclo diurno, un encuentro entre el astro y el mar que se llena de simbolismo y que es visible en todo su potencial desde Cabo Home, un pedazo de costa que no deja indiferente al visitante, hecho que lo ha convertido en uno de los destinos de moda de Galicia.

Para acercarnos a esta tierra mágica donde la sal espolvorea pinos y acantilados, deberemos dirigirnos al extremo occidental de la península del Morrazo en el término municipal de Cangas donde se alza este famoso espacio natural protegido; allí tras serpentear por las escasas casas de la parroquia de Donón nos vemos pronto refrescados por el viento que da sentido a la denominada Costa de la Vela, un paisaje que sirve hermosa transición entre las rías de Vigo y Pontevedra.

Aire que en su invisible devenir se une a las olas que rompen sin complejos ante los acantilados, dibujando un paisaje duro y agreste, pero que desprende poesía visual y que enciende nuestros sentidos generando una imborrable impronta en nuestros recuerdos.


Tras nuestra llegada a la famosa Caracola, podemos optar por visitar el Monte Facho, donde nos espera un legendario yacimiento arqueológico y unas vistas de impresión o bien podemos recorrer una carretera sin asfaltar que nos llevará a la playa de Melide, cuyas frías aguas no invitan tanto al baño como otros arenales de la zona, pero que cuenta con un entorno único, configurado por la mezcla de dunas y pinares y que tiene como extra impagable el poder observar sin reparos la grandeza visual de las Islas Cíes.

Playa de revista que se encuentra flanqueada por hasta 3 faros donde los enamorados se besan con ternura mientras se sacan fotos para inmortalizar tan bello recuerdo; colosos de luz que de noche iluminan una costa llena de acantilados donde la espuma de las olas esconde la figura de los preciados percebes.

Muchos optan por deslumbrarse con el atardecer al pie de los faros, pero la mayoría vuelve al punto de inicio de esta mágica, la famosa caracola obra de Lito Portela. Una escultura construida para que la gente escuche el sonido del mar en el interior de su metálica estructura, pero que parece orientada a crear un marco de hermosura a la muerte del sol; fenómeno diario que puede ser plasmado en imágenes pero solo puede descrito por poetas y artistas que entiendan lo divino.
