Atardecer de finales de verano, el sol desciende con paciencia sobre una llanura que se extiende hasta Siria y en su ultimo aliento de calor dibuja un horizonte de colores que embellecen nuestra romántica cena. A nuestro lado el minarete de la Gran Mezquita, se hace valiente entre los escalonados edificios de Mardin, esta ciudad mágica del Sureste de Turquía que hoy se ha puesto de gala para que no la olvide jamás.

Una de las joyas de Turquía
Mardin es uno de esos lugares que uno debe conocer de Turquía, un tesoro que se alza con elegancia sobre una montaña rocosa y que deslumbra a los visitantes con su singular arquitectura, en la que el color beige de la roca caliza define sus edificaciones y le confiere un perfil tan distintivo que parece totalmente ajena al resto de Turquía.

Este carácter diferencial es sin duda su principal atractivo y la razón porque muchos turistas se acercan a los confines de Turquía a conocerla, porque Mardin es sin duda la joya de Anatolia, una ciudad que no deja diferente y a la que le gusta romper estereotipos.

La cosmopolita y tolerante Mardin
Mardin exhibe en cada rincón su carácter cosmopolita, algo que no es fácil en una tierra que ha sido objeto de una constante lucha de civilizaciones; de hecho, uno de los símbolos distintivos de Mardin fue el ser siempre una ciudad tolerante y abierta, en la que convivían sin grandes problemas diferentes religiones y etnias, un espíritu que ni la cruel I Guerra Mundial pudo derrotar completamente.

Esta convivencia no solo se refleja en el carácter amable y hospitalario de sus habitantes, sino también en su aspecto físico, el cual es fruto de la mezcla de la genética de los distintos pueblos (asirios, babilónicos, romanos, persas, otomanos…) que han habitado desde sus origenes esta milenaria ciudad.
Temple mesopotamico moldeado por ese clima frío en invierno y extremadamente cálido en verano, que condiciona el ritmo diario de la ciudad especialmente durante el estío, cuando los habitantes de Mardin huyen del calor en las horas centrales del día y duermen por la noche en camas ubicadas en las terrazas, disfrutando de la brisa y de las vistas de la inmensidad de la llanura.

Que ver en Mardin – Patrimonio Islámico
El principal referente monumental de Mardin es la Gran Mezquita de Mardin (Ulu Camii), un hermoso templo construido por los artúquidas en el siglo XII y cuyo minarete se ha convertido en la estampa más fotografiada de la ciudad.

La foto del solitario alminar (originalmente tenía 2) se combina en el cielo con la gran cúpula del templo, trazando así el singular perfil exterior de la mezquita; tras sus estrechas puertas se accede a un pequeño patio donde muchos fieles se agolpan para realizar la ablución en una fuente circular de piedra caliza o bien descansan a la sombra de sus soportales.
El interior es austero siendo su detallista Mihrab el elemento artístico más destacable; con todo los visitantes suelen prestar más atención a una pequeña urna en la pared, donde supuestamente se guardan pelos de la barba del profeta Mahoma.

La arquitectura islámica de Mardin se desarrolla, en gran parte, libre de la influencia otomana clásica y sus edificios presumen no solo de antigüedad, sino también de un estilo propio que se materializa en tallados y juegos geométricos plenos en riqueza visual.
El elenco de mezquitas históricas en Mardin es interminable y abarcan todos los períodos desde actualidad hasta la llegada del Islam a estas tierras allá por el siglo XI, siendo las más famosas las Mezquitas de Melik Mahmut, la de Reyhaniye o la de Latfiye.
Con todo y pese a esta gran diversidad de mezquitas, son las madrasas las que se llevan los principales elogios de los expertos. La mayoría de estas antiguas escuelas coránicas han sido reconvertidas a otros usos, pero siguen guardando su esencia, siendo sobresalientes en su fotogenia las Madrasas de Zinciriye o la de Şehidiye, con sus amplios patios y vistas de impresión.

Que ver en Mardin – Patrimonio Cristiano
Si la impronta del Islam en Mardin es rica y majestuosa, el cristianismo parece que no quiere quedarse atrás y su patrimonio abunda en cada rincón de la ciudad.
La mayoría de los cristianos de Mardin son fieles a la iglesia siriaca que cuenta con varios monasterios en Mardin, siendo el de Daryülzafaran (también conocido por el nombre de Saffron) el de mayor relevancia, ya que desde 1160 hasta 1932 constituyó la sede oficial del Patriarcado de la iglesia ortodoxa siria.

Este histórico monasterio se ubica a 5 km del centro de Mardin, pero quien quiera acercarse a la cultura cristiana siriaca no tiene porque alejarse tanto del casco urbano, ya que aquí aun perviven varios templos de esta corriente religiosa, siendo el Monasterio de Mor Behnam (Kırklar) el más visitado y en donde, si tenemos suerte, podemos llegar incluso a escuchar la liturgia en arameo, la lengua materna de Jesús y que en la actualidad está en franca regresión.
Dentro de la comunidad cristiana asiria no todos profesaban la corriente ortodoxa, sino que algunos mantenían comunión con el Papa romano y se regían por los edictos del Patriarcado Siriaco Católico; el patriarca ubicó su sede en Mardin en 1854 y levantó su complejo religioso en el edificio hoy ocupado por el Museo de Mardin y en cuyo interior aun sigue activa la iglesia de Meryem Ana, aunque solo abre durante los oficios dominicales.
Estos patriarcados siriacos acabarían por moverse a ubicaciones más seguras tras los controvertidos genocidios acontecidos durante el desmembramiento del Imperio Otomano, lo que conllevaría que Mardin perdiese gran parte de su población de origen cristiano.

Mismo destino sufrió el Eparcado Caldeo católico de Mardin, que en la actualidad no cuenta apenas con fieles, pero su minúscula comunidad aun mantiene con cariño la más que interesante iglesia de Mor Hırmız.
Con todo la comunidad que se vio más afectada por la I Guerra Mundial fue la armenia, que llego a desaparecer completamente del paisaje humano de Mardin; el genocidio armenio no borró eso sí su legado y aun tenemos en la ciudad interesantes ejemplos del patrimonio armenio caso es el caso de la iglesia de Surp Kevork.
Un curioso legado de los cristianos de Mardin se puede encontrar en las azoteas de sus casas e iglesias, donde fermenta un característico vino en tinajas que bien se usa para consumo propio o bien se vende a los turistas; este caldo casero produce disparidad de opiniones entre los que lo prueban, pero los expertos si son unánimes a dar una valoración alta a los vinos producidos en Mardin, los cuales son considerados por muchos como los mejores de Turquía.

Que ver en Mardin – Otros lugares de interés
Más allá del patrimonio religioso, Mardin cuenta con incontables lugares de interés, entre los que podemos destacar el Castillo de Mardin, el cual goza de una posición privilegiada, al estar ubicado en lo alto de la montaña que domina la ciudad.
Otros lugares de gran atractivo para el turista son los bazares, entre los cuales podemos destacar el mercado porticado conocido como Revaklı Çarşı que fue construido en el siglo XVII y aunque que ahora esta volcado hacia el turismo de souvenirs, tuvo en el pasado una intensa actividad comercial y artesana.

A nivel de centros expositivos, podemos decir que la diversidad no es muy alta pero si de calidad, así la ciudad cuenta fundamentalmente con 2 referencias a destacar que son el Museo de Sabanci, que ocupa el espacio físico de unas antiguas caballerizas, y el anteriormente citado Museo de Mardin.
La riqueza arquitectónica de las antiguas casas familiares, algunas de las cuales son ciertamente espectaculares, se puede ver claramente en la antigua vivienda de la familia Sahtana (posteriormente reconvertida en oficina de Correos), que es probablemente el ejemplo más bello de la arquitectura civil de Mardin.
Muchas de estas casas familiares o bien de huéspedes (Konak) en la actualidad albergan teterías o restaurantes, muchas de las cuales se engalanan de actuaciones en directo con lo mejor de la música de Anatolia.

Información útil a la hora de visitar Mardin
Mardin esta dividida en 2 partes, el Nuevo Mardin (moderno y carente de atractivos) y el Viejo Mardin (Eski Mardin en turco) que es donde se concentran los principales monumentos, aunque algunos monasterios de gran interés también se ubican en las afueras.
La primera impresión al llegar al Viejo Mardin es extraña, porque nos cuesta aceptar que apenas exista tráfico rodado más allá de un par de avenidas principales; en Mardin las calles peatonales son mayoría y gustan de desafiar las curvas de nivel, mientras son atravesadas verticalmente por escaleras que unen los diferentes «pisos» en los que queda dividida la urbe.
La orografía de Mardin obliga a que la visita se haga si o si caminando y dada su pendiente inherente puede resultar una ciudad difícil para personas con problemas de movilidad.

Los mapas no sirven de mucho en Mardin ya que sus callejuelas siguen un recorrido anárquico y es fácil perderse, con todo uno no llega a sufrir nunca verdadero stress ya que la ciudad es manejable y la pendiente facilita la fácil visualización de los monumentos, por lo que más tarde o temprano encontraremos de nuevo el camino.
Mardin es una ciudad relativamente pequeña que en 1 o 2 días se puede ver perfectamente, pero cuya visita se puede combinar con otros destinos cercanos de gran riqueza arquitectónica como pueden ser las Ruinas de Dara o Midyat.
Eso si visitar Mardin, especialmente en verano, exige informarse bien de los horarios de los monumentos porque los mismos tienen unas horas de visita ciertamente extraños y que huyen de las horas centrales del día para evitar el fuerte calor del verano.
Mardin cuenta con un aeropuerto de carácter regional que conecta diariamente con Estambul, Izmir o Ankara. Desde el aeropuerto parte una ruta de bus de la compañía Havaş, que nos dejara en nuestro alojamiento del Viejo Mardin (normalmente el conductor te preguntara donde dejarte). El Viejo Mardin está conectado también con minibuses, que nos llevaran a la estación de buses desde donde podremos tomar vehículos que nos trasladen a localidades cercanas.

Los habitantes de Mardin suelen comunicarse entre ellos en kurdo, aunque el turco sigue siendo el único idioma oficial, por lo tanto este tiene una fuerte presencia a nivel institucional, educativo o comercial, siendo el idioma predominante en la información turística. Decir que con conocimientos de ingles o de turco, podemos desenvolvernos fácilmente en Mardin, ya que la mayor parte de la actividad económica de Mardin depende del turismo.
Pese a lo que se suele decir en muchos foros, Mardin es un autentico oasis de tranquilidad y es una ciudad muy segura, pese a estar en las cercanías de Siria y de la zona de actuación de las milicias independentistas kurdas, con todo al encontrarse en una región compleja no está de menos mantenerse informado y actualizado de las cuestiones de seguridad.
Para más información sobre viajes a Turquía os recomiendo en la lectura de siguiente artículo del blog Planeta Estambul «Preguntas y Respuestas sobre Estambul y Turquía«.
Actualizado el 22 octubre,2019.
Publicado por Miguel Ángel Otero Soliño