Unos enamorados caminan al atardecer por el litoral de isla Mauricio, el sol se marchita bañando de colores el océano Índico, regalándoles a los tortolitos una estampa visual que no olvidaran el resto de su vida.
Este ritual de emociones se repite a diario, aunque con diferentes autores, porque Mauricio es el destino perfecto para los enamorados, que acuden a esta nación africana, perteneciente al grupo de las islas Mascareñas, principalmente para disfrutar de sus playas, pero que quedan extasiados por la enorme cantidad de encantos que ofrece.

No os voy a engañar, yo fui parte de esa legión de recién casados que elegimos Mauricio para disfrutar de las primeras mieles del matrimonio. Así, tras disfrutar nuestra «gran boda turca«, tomamos un vuelo a esta isla sin saber lo que nos podíamos encontrar, pero ¿acaso no es esa la magia de los viajes?.
En mi estancia de 7 días (tiempo suficiente para conocer los principales rincones de la isla) no es que hiciera mal tiempo, pero las nubes taparon el sol en gran parte del viaje, por lo que optamos a realizar más excursiones de las que teníamos previsto inicialmente.
Quizás lo más interesante de isla Mauricio es que, a diferencia de otras islas tropicales, uno puede diversificar su oferta de planes, pudiendo visitar un gran número de rincones naturales y monumentales.
LA ISLA DEL DODO
Si por algo es conocido Mauricio a nivel mundial, es por la ser la isla donde vivía el «Dodo«, una enigmatica ave que se ha convertido en el simbolo del país, hasta tal punto que figura incluso en su escudo.
La isla cuando fue colonizada por primera vez por los holandeses en 1638, no tenía población local y los dueños verdaderos del territorio eran las aves, entre ellos se encontraba el Dodo, una especie de paloma gigante no voladora que ya me había cautivado de niño cuando visionaba sin parar «Alicia en el país de las Maravillas«.

Los lentos y torpes movimientos del Dodo, lo hicieron presa fácil de los cazadores humanos y las especies introducidas directa o indirectamente por los europeos, atacaron sus puestas de huevos, dandole la puntilla a una especie que apenas sobrevivió unas décadas a la colonización de la isla.
No fue la única victima, de hecho, muchas especies de flora y fauna no fueron capaces de sobrevivir a las primeras oleadas de humanos y así se perdió para siempre una significativa diversidad endémica que vivía en equilibrio en Mauricio gracias a su aislamiento del exterior.
Algunas de las especies autóctonas han llegado a nuestros días en estado crítico o tras haber estado al borde de la extinción, como sucedió con el Cernícalo de Mauricio (Falco punctatus), la Cotorra de Mauricio (Psittacula eques) o la Paloma Rosa (Nesoemas mayeri).
PARQUES NACIONALES DE MAURICIO
Algunas de estas especies, cuyos individuos llegaron a contarse con los dedos de la mano, experimentaron una recuperación milagrosa, en la que contribuyó especialmente la declaración, en 1994, del Parque Nacional de Black River Gorges, que constituye el principal atractivo ambiental de la Isla.

Es el parque nacional más grande de Mauricio y protege los restos del bosque primigenio de la isla, que han quedado reducidos a una mínima expresión tras la excesiva extracción maderera durante la época colonial y por el cultivo de caña de azúcar, explotación que constituye, junto al turismo, la principal actividad productiva del país.

Dentro del parque nacional no solo encontramos naturaleza, sino que existen también espacios religiosos de gran importancia regional como el Lago Grand Bassin, que está considerado como un lugar sagrado para el hinduismo. Aquí podemos encontrar numerosos templos y estatuas que honran a los principales dioses de esta religión, que actualmente es la más seguida del país, tras la llegada masiva de emigrantes indios durante el dominio británico, el cual se extendió hasta el año 1968.

Anexo al parque nacional, se encuentran importantes puntos de interés ambiental o turístico, como son la Tierra de los siete colores, la Cascada Chamarel, el Bosque de Ébano o la Fábrica de Ron de Chamarel, lugares todos que bien merecen una visita.


La isla cuenta con otros 2 parques nacionales. El de Bras D’Eau incluye una interesante ruta de senderos donde uno, con paciencia, puede escuchar algunas de las especies endémicas de la isla como el Monarca colilargo de las Mascareñas (Terpsiphone bourbonnensis) o el Anteojitos gris de Mauricio (Zosterops mauritianus).

El tercer y último parque nacional de Isla Mauricio es el de las «Islets«, que comprende un conjunto de 8 pequeñas islas localizadas al este del país y cuya declaración como reserva, vino motivada por la vulnerabilidad y fragilidad de sus ecosistemas
LAS OTRAS ISLAS DE MAURICIO
Las del parque nacional de Islets, no son las únicas ínsulas de Mauricio, de hecho existen un número elevado de pequeñas islas que se encuentran rodeadas generalmente por bellos arrecifes de coral que harán las delicias de los amantes del buceo.

Los atractivos de la fauna acuática (es relativamente fácil ver delfines y ballenas) y la belleza del paisaje litoral hace que las escapadas en catamarán sean muy comunes en Mauricio.

Una de las excursiones más famosas, es la que te lleva a conocer el conjunto de islas del Norte; aunque los barcos suelen centrar su visita en el oasis natural generado por los arrecifes de las islas Flat y Gabriel, la isla con mayor riqueza natural es la de Round, ya que cuenta con un significativo número de reptiles endémicos entre los que destaca la Boa de isla Round (Casarea dussumieri).

Otra ruta turística clásica es la que parte en barco de la localidad de Mahebourg y que se dirige a la cascada de Grand River South East, donde podemos observar una caída de agua directa al mar, rodeada por un pintoresco bosque donde es habitual ver los exóticos macacos cangrejeros (Macaca fascicularis).


MAHEBOURG Y EL ESTE DE MAURICIO
Mahebourg puede ser un punto de partida o final de una ruta en coche por el Este de Mauricio. Generalmente, los turistas obvian esta parte de la isla, pese a que cuenta con rincones de gran interés para el visitante, entre los que puedo destacar el Museo Naval de Mahebourg, Pointe du Diable (una antigua batería costera), Flacq market o el templo hindú de Sagar Shiv Mandir.



Con todo, la visita que más me gusto fue a la fábrica de galletas de H. Rault, un centenario negocio que sigue produciendo galletas bretonas al estilo tradicional y en donde uno puede disfrutar de una curiosa degustación de este producto y de sus múltiples variedades.

LA BELLEZA DEL NORTE
Se dice que en el norte de la isla es donde mejor tiempo hace y eso hace que muchas cadenas hoteleras concentren su actividad aquí, especialmente en la zona de Grand Baie.
En el norte encontramos rincones costeros de gran encanto como la playa Mon Choisy o el entorno marítimo que rodea a la fotogénica iglesia de Notre-Dame de Cap Malheureux.

La iglesia de Cap Malheureux, con su colorido tallaje, es sin duda el templo católico más famoso del país. El catolicismo, junto con el idioma, es el recuerdo más vivo de la presencia francesa en la isla, que dominaron Mauricio desde el siglo XVIII hasta principios XIX, tras el abandono de la misma por parte de los holandeses.
El cristianismo es la religión predominante entre los habitantes de origen africano, que fueron traídos inicialmente como esclavos para trabajar en las plantaciones de caña de azucar y que se quedarían en Mauricio tras la abolición de la esclavitud.
Estos esclavos africanos adoptaron el francés como lengua propia y lo hicieron evolucionar en lo que hoy conocemos como criollo mauriciano, la lengua franca que se utiliza a nivel coloquial en todo el país, aunque el ingles y el frances son las lenguas administrativas y educativas oficiales.
Otro símbolo de la presencia de los franceses son sus mansiones coloniales, aunque muchas de ellas, curiosamente, fueron construidas bajo el control británico, ya que los ingleses toleraron la presencia de las antiguas familias nobles francesas, puesto que eran las que tenían más experiencia sobre el terreno.
Una de las más famosas es el Château de Labourdonnais, una mansión que parece sacada de la película «Lo que el viento se llevó» y que cuenta con su propia fábrica de ron.

Otro ejemplo del legado francés, es el Jardín Botánico de Pamplemousses que fundado en 1736 y que está considerado como el más antiguo del hemisferio sur.
Un vergel que homenajea la diversidad natural del país, a la par que exhibe innumerables plantas exóticas, entre los que destaca su famoso estanque de nenúfares gigantes.

PORT LOIS, LA CAPITAL DE MAURICIO
Entre tanta belleza que ofrece la isla, la capital de Mauricio, Port Lois, desluce un poco, pero igualmente cuenta con interesantes rincones que merecen ser visitados.
El lugar más interesante de la capital es, sin duda, el Mercado Central, donde podemos observar la riqueza de productos alimenticios del país y degustar algunas de las comidas típicas de Mauricio.

Aunque en el mercado central existen muchas tiendas de souvenirs, los mauricianos suelen recomendar ir a comprarlos a las tiendas ubicadas en Caudan Waterfront, una zona ideal para el paseo que se ha convertido en uno de los rincones más conocidos de Port Lois.

En el puerto también encontramos espacios de gran interés histórico como es el caso del Aapravasi Ghat (la primera construcción realizada para recibir a los trabajadores de la India) o el Museo de la Esclavitud, edificios que son necesarios para entender la vida presente y pasada del país.
Los habitantes de Mauricio suelen recomendar subir a la fortaleza conocida como «Citadelle«, aunque la misma, más allá de sus vistas, carece de todo valor arquitectónico.
Más sorprendente, en cambio, es el Hipódromo Champ de Mars, auténtica “catedral” de la hípica local y uno de los lugares de ocio más importantes de Mauricio.
La catedral de verdad, la de San Luis, se encuentra cerca y es uno de los monumentos religiosos más grandes del país y otro de los lugares que sí o sí hay que visitar en la capital.
El hinduismo y el catolicismo son las principales religiones del país, pero con la emigración india también llegaron numerosos ciudadanos de religión musulmana, la mezquita de Jummah (antiguamente conocida como la mezquita de los árabes) es sin duda el edificio islámico más bello. Data de 1852 y su estilo entremezcla estilos arquitectonicos indios y criollos, combinados con influencias clásicas del Islam.

La visita al barrio chino, con sus llamativas tiendas y edificios, nos permitirá finalizar este puzzle de etnias que componen la identidad de Mauricio; un país africano diverso en el que holandeses, franceses, ingleses, africanos, indios y chinos, conformaron una nación que convive en armonía y en donde los turistas de todo el mundo son siempre bien recibidos.
Mauricio es sin duda una paraíso para los enamorados, pero también es un destino ideal para cualquiera que necesite un poco de relax, un viaje que uno, tras vivirlo, no puede dejar de recomendar.

Actualizado el 20 octubre,2024.
Publicado por Miguel Ángel Otero Soliño


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