La naturaleza siempre se deja querer y cuando los arquitectos la respetan, se generan lugares tan bellos e integradores como los Jameos del Agua en Lanzarote.
El vulcanismo es el padre de los paisajes de la isla de Lanzarote, un artista que ha dado forma a grandes volcanes, como observamos en el famoso Parque nacional de Timanfaya, pero que también es responsable de obras menores como los «jameos», tubos volcánicos, cuyos techos acaban colapsando, y que son bastante frecuentes en el litoral de Lanzarote, hasta tal punto los aborígenes guanches le dieron este peculiar nombre.

Uno de estos tubos, localizado en el municipio de Haría, fue originado por la erupción del Volcán de la Corona y se extendió por el subsuelo antes de sumergirse en el Atlántico. El último tramo de este túnel, el más cercano al mar, constituye la parte musealizada que hoy podemos visitar con el nombre de los Jameos del Agua.
Los Jameos se alzaron como una atracción turística de primer nivel en 1966, tras la cuidada intervención realizada por el artista César Manrique, quien convirtió este singular espacio geológico en un reclamo para todos visitantes de la isla.

Manrique, que era natural de Lanzarote, supo interpretar correctamente el entorno y lo adaptó para generar un centro cultural, turístico y científico (centrado en el vulcanismo) en su interior.
Los visitantes son trasladados en primer lugar por un túnel natural, donde descubren la armonía entre el mar y la tierra. La luz y el silencio deben ser respetados en este tramo, ya que es el espacio vital del cangrejito ciego de los Jameos, una rara y endémica especie de crustáceo albino.

Tras el túnel podemos admirar un lago artificial, donde las palmeras buscan sintonía con las aguas; nos hallamos en la zona más fotografiada del conjunto y símbolo de la perfección estética del arte de Manrique.
La mezcla del cristalino azul de las aguas y el blanco de los bordes de la piscina parecen animar a uno a tomarse un baño, pero dada la fragilidad del espacio, el baño está totalmente prohibido. Así que, aunque el calor apriete, debemos seguir siempre la senda de la contemplación que nos oferta Manrique, quien también diseñó incluso un auditorio subterráneo, que aprovecha la sonoridad única de la cueva para realizar eventos y conciertos.

El resto de edificios parecen no querer desentonar con entorno y se integran a la perfección con el paisaje, contribuyendo a configurar este lugar mágico, que con los años se ha convertido en uno de los emblemas de las Islas Canarias.

Uno se marcha de los Jameos del Agua, entendiendo claramente por qué este hermoso rincón es uno de los lugares más visitados de Lanzarote. La mezcla entre océano, vulcanismo, naturaleza y arte es siempre sublime, pero si el cocinero de la mezcla es César Manrique, el resultado solo puede enamorarnos.

Actualizado el 25 agosto,2024.
Publicado por Miguel Ángel Otero Soliño


Deja un comentario