El sonido de la noche

La noche abortaba la colorida impresión de la montaña palentina, la estampa desnuda de sus robles eran solamente trazos alimentados por una moribunda luna, ¡el entorno ideal para invocar a los espíritus que pueblan los árboles!

No sé si por la expectación de lo nuevo o como medida cautelar ante el frío existente, pero inconscientemente el grupo se empezó a agrupar en torno a una radio colocada encima de una piedra. La niebla aportaba su granito de arena en la configuración de aquella impensable escena en medio de la nada, cualquiera que nos viera desde fuera a lo sumo debería pensar que estábamos locos.

Bosque con niebla

Los altavoces rompieron la intriga y vociferaron con fuerza en una lengua oscura y ante nuestra sorpresa el bosque respondió a la llamada; de pronto descubrimos que éramos capaces de entablar conversación con los seres de la noche, habíamos entrado en los dominios de las rapaces nocturnas.Era ciertamente estimulante estábamos entablando coloquio con un cárabo y nuestra excitación iba en aumento en la medida que sentíamos cada vez más cerca su presencia, ¡se estaba acercando!.

Los cárabos constituyen uno de los grupos de aves nocturnas más abundantes de Europa, de hecho es frecuente que incluso colonicen parques urbanos, con tal éxito que en algunas localidades se han tenido que cortar senderos al público ante la agresividad de algunas parejas; pero con todo sigue siendo desconocidos para el gran público y el inventario popular aún los asocia a todo tipo de prácticas oscuras.

Evidentemente, es difícil localizar visualmente la presencia de una rapaz nocturna, ya que sus camuflajes son dignos de consideración, pero si uno es paciente se encontrará que su discreción resulta en ocasiones discutible. Vivimos en un mundo donde el ruido es una pauta más de nuestro desarrollo y ello nos aleja de esa fauna que ha hecho de la noche su campo de vida.

Pollo de Cárabo
Pollo de cárabo asomándose por su nido en un roble Foto: blogueiros.axena.org

Los cánticos nocturnos de ese heterogéneo grupo de aves, constituido por búhos, lechuzas, autillos y cárabos, constituyen una oda a la luna y a la oscuridad, reflejando que la vida natural que cumple ciclos de 24 horas de actividad, con diferentes protagonistas pero con igual dramatismo y belleza. El repertorio que las aves nos ofrecen, es sin uno de los patrimonios sonoros más valioso que ha heredado la humanidad; estos sones son un compendio de poemas de amor, identidad, territorialidad, violencia y de amenaza, un reflejo del complejo mundo de los sentimientos animales.

El cárabo parece confuso ante nuestro engaño y nos vocifera voces de intimidación para que abandonemos su territorio, decidimos finalizar las emisiones, ya que hemos certificado la presencia de la rapaz en aquella ladera y no es necesario excitarla más. Los resultados supondrán una mejora del conocimiento de la distribución de la especie y de su dinámica poblacional y ayudarán a la conservación del ave.

Antes de irnos a otro emplazamiento, optamos por invocar al rey del bosque y marcamos la pista de las llamadas para el Búho Real. Dicen que cuando canta el “señor de la noche” el resto de tenores nocturnos callan y por ello es fácil de identificar la presencia de esta especie. No obtenemos respuesta a nuestro llamamiento, pero la vociferante foresta ha enmudecido al instante, parece que en el reino animal también existen jerarquías.

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Actualizado el 24 agosto, 2024.
Publicado por Miguel Ángel Otero Soliño


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