Marrakech es un laberinto de sorpresas, emociones visuales que se van descubriendo a medida que uno se deja perder en su caótico encanto y entre las cuales se encuentra el antiguo barrio judío o Mellah.

La presencia judía en Marrakech
Uno no puede entender la compleja historia de Marruecos sin la aportación de sus comunidades judías, de hecho hasta la emigración masiva a Israel, tras la creación en 1948 del estado judío, el territorio que abarca el actual reino alauí era una de las regiones con mayor numero de hebreos del mundo, los cuales fueron llegando en sucesivas diásporas como la que acompañó a la destrucción del segundo templo de Jerusalén, o bien a las procedentes de la península Ibérica tras la expulsiones decretadas por los reyes de España y Portugal.
En el caso de Marrakech la presencia judía se pierde en el tiempo, pero no será hasta el siglo XVI cuando acaben creando un barrio propio conocido popularmente como Mellah denominación extendida para la mayoría de los barrios judíos del país y que tiene su origen en la judería de Fez, la cual se instaló en los terrenos ocupados antiguamente por un salinar conocido como al-Mallah.
Con la creación de la Mellah los judíos de Marrakech obtuvieron una doble protección, por un lado estaban protegidos por unas imponentes murallas y por otro el barrio era adyacente al Palacio Real, de tal forma que el sultán les rendía protección a cambio de lealtad, impuestos y un cierto numero de consejeros o profesionales de prestigio.

La vida en la judería de Marrakech
La judería se abría a la laberíntica medina a través de un numero limitado de puertas que eran cerradas y protegidas por soldados al anochecer; este aislamiento ayudaba a mitigar posibles disturbios violentos dirigidos hacia la comunidad que eran tomados en muchas ocasiones como chivos expiatorios por la mayoría islámica.
La Mellah era en esencia autosuficiente y contaba con sus propios mercados, talleres, templos y cementerios, pero el hacinamiento de más de 10.000 judíos en sus estrechas calles hacía que la pobreza fuese la nota predominante entre sus habitantes (salvo aquellos que servían como consejeros reales) que además tenían severas limitaciones a la hora de acceder a otros espacios de la ciudad.
El declive de la judería
Dadas las malas condiciones de vida de los judíos de Marrakech, no es de extrañar que la comunidad judía emigrase mayoritariamente a Israel en los años 50 del siglo pasado condenando a todo el barrio al abandono.
La presencia de judíos en el Marrakech del siglo XXI es muy reducida y casi todos se han marchado de su barrio matriz que ha pasado a ser ocupado por familias musulmanas de bajos recursos, cambiando por completo el latido diario de La Mellah.
La Mellah actual
Una de las características de La Mellah actual, además del gran número de niños que juegan en las calles, es que sus avenidas interiores no desbordan en actividad mercantil como si lo hacen otras calles de la medina de Marrakech, pero con todo los mercados existentes son muy concurridos por los locales siendo una de las zonas más baratas de la ciudad y uno de los emplazamientos más buscados para los amantes de las especias.
El vecindario aun guarda parte de su esencia con calles estrechas y encajonadas entre edificios que provocan un cierto sentimiento claustrofóbico que ahuyenta un poco a los turistas y que refuerza su autenticidad.
Casas que desaliñadas en su mantenimiento que parecen encontrarse en un paréntesis temporal y que aun conservan muchas referencias decorativas de su pasado judío.
Con todo ese abandono exterior muchas veces es engañoso y oculta mucha de la riqueza artesanal que aun atesoran las casas del barrio, como sucede con el edificio que aloja el Museo Tiskiwin, sede de una interesante colección centrada en la cultura bereber.
Sinagogas de Marrakech
A nivel de patrimonio judío, la Mellah alojó numerosas sinagogas a lo largo de su dilatada historia muchas de las cuales han desaparecido o han sido reconvertidas a otros usos, de las existentes sólo dos permanecen activas Lazama y Negidim.
La sinagoga de Lazama es el principal atractivo turístico del barrio y aunque no es difícil encontrarla, la ausencia señalizaciones hace que en ocasiones tengamos que recurrir a preguntar a los vecinos que en muchos casos nos orientaran a cambio de alguna moneda como suele ser habitual en todo la ciudad.
La sinagoga es de culto sefardí y se dice que fue construida en 1492 coincidiendo con la expulsión de los judíos de los reinos hispanos, de hecho un azulejo del patio de la sinagoga recoge dicha fecha de inauguración, aunque muchos discrepan ya que los judíos no se movieron a la Mellah hasta mediados del siglo XVI; pese a la disparidad de opiniones lo que si es claro que la configuración actual es fruto de una reforma datada a principios del siglo XX.

Para acceder a la sinagoga debemos adentrarnos primero en un hermoso patio engalanado con azulejos blancos y azules que en su combinación de colores crean un entorno relajado y pleno en simbología judía donde sobresale especialmente su fuente central. Desde allí podemos acceder a la coqueta sinagoga (tras el pago de la voluntad) la cual esta configurada en una disposición rectangular y en el que el Hejal o Arón Kodesh se encuentra situado en el extremo opuesto al púlpito. Este espacio sagrado donde se guardan los pergaminos que contienen la Torá, es presidido por dos candelabros judíos y una tabla de la ley, cuyo perfil es iluminado por una curiosa tira de luces de colores.
Los asientos del templo se distribuyen de forma enfrentada, diseño especialmente visible desde su planta superior donde una galería de madera define la zona de rezo para las mujeres, algo habitual en las sinagogas sefardíes pero no en las ubicadas en Marruecos donde las mujeres permanecían en la entrada de la sinagoga o rezaban en una sala aparte. La incorporación de esta segunda planta fue relativamente reciente y ha permitido crear un mirador que facilita una visión completa de este coqueto templo.

La sinagoga de Negidim es aun más discreta en su localización y es difícil encontrarla. Estrecha, oscura y alargada en su concepción fue creada a finales del siglo XIX y cuenta también con una pequeña sala para la oración de las mujeres.Estos modestos templos formaban parte de una extensa red de sinagogas muchas de las cuales fueron transformadas a otros usos con el declive de la población hebrea, si uno observa en detalle algunas aun mantienen visibles los recuerdos de su pasado religioso pero por desgracia su distribución y uso ya es netamente comercial.
Cementerio judío
La judería a día de hoy parece muerta de alma judía y uno no es consciente de lo importante que fue la misma hasta que uno se adentra en su singular cementerio. Cientos de tumbas talladas en piedra que se distribuyen de forma anárquica, dispersión provocada que le da un aspecto desordenado y abandonado agudizado por el crecimiento dispar de la hierba.

Estas residencias eternas de anónimo perfil se complementan con algunos mausoleos de hermoso acabado que homenajean a ilustres figuras de la comunidad; templetes aislados que constituyen los únicos espacios de sombra, oasis de frescor eterno en un camposanto muy expuesto a la solana.
Muchos visitantes descansan bajo sus protectores techos y reflexionan sobre la vida y sobre como esta pequeña comunidad religiosa dispersa por el mundo ha dejado una imborrable huella en todos los lugares en los que ha residido, legado que a veces no ha sido valorado o interpretado correctamente, herencia regalada que en el caso de Marrakech esta abierta a todos aquellos que quieran conocer y adentrarse en este singular barrio.

Actualizado el 16 mayo,2016.