Disfrutaba de unas vacaciones por la costa del Egeo en la ciudad turca de Izmir,  cuando en las cercanías de su magnifica torre del reloj divise dos impresionantes aves que se dirigían directas al mar.

Corrí al paseo y mis confirmaciones se hicieron patentes, eran dos inmensos pelícanos que mantenían su esbelta figura en la mar rodeado por un gran número de gaviotas y cormoranes; fue una imagen imborrable ya que prometo que no recordaba el vuelo de un ave que me haya impresionase tanto, era la primera vez que los veía en plena naturaleza y de su vuelo solo puedo citar halagos.

Los pelícanos comunes (Pelecanus onocrotalus) son colosos aéreos de colores blanquecinos que pueblan el Sureste de Europa, con especial predominancia en las cercanías del Delta del Danubio, aunque suelen migrar a África en los duros meses de invierno.

Su conocido pico y alargado cuello constituyen su sello de identidad a nivel mundial; de su tamaño es mejor no hablar con unos 10 kg de peso y unas alas que pueden alcanzar los 2 metros y 80 cm hacen de esta ave uno de los gigantes de los cielos europeos.

Turquía siempre me regala continuas sorpresas pero esta fue totalmente inesperada, en su momento pensé que quizás fuese un presente de los dioses griegos que antiguamente eran adorados en estas tierras, un regalo caída del cielo y que me alegró una apagada tarde de invierno.

Actualizado el 16 febrero,2016.
Publicado por Miguel Ángel Otero Soliño