Acerca de Miguel Ángel Otero Soliño

Amante del arte de viajar. Autor de los blogs Planeta on Tour y Planeta Estambul.

Real Monasterio de Guadalupe, el gran secreto del patrimonio extremeño

Los libros son fuentes infinitas de información y recuerdo que un día cayó en mis manos uno que versaba sobre los lugares merecedores de ser considerados Patrimonio de la Humanidad de la Unesco; tras leerlo con pasión y detenimiento me encontré una pequeña referencia sobre un monasterio del que jamás había escuchado hablar antes, se trataba del Real Monasterio de Guadalupe e inmediatamente lo apunte en mi lista de lugares a conocer.

Real Monasterio de Guadalupe

Resulta que entre mi anotación mental y mi visita real a este templo católico pues fácilmente han pasado dos décadas, porque no conseguía enfocar este rincón de la provincia de Cáceres en ninguna de mis rutas por la península ibérica. Pero en mi primer viaje del 2023, decidí que era el momento de satisfacer mi curiosidad y acabe conociendo, y disfrutando, esta joya arquitectónica de Extremadura.

Quizás lo que más sorprende del Real Monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe, es lo poco conocido que es, a pesar de la majestuosa belleza e historia del monumento; el entorno semi-montañoso de Guadalupe y su relativa lejanía de núcleos urbanos de consideración, han protegido su encanto, haciendo que a día de hoy sea uno de los sitios patrimonio de la Unesco menos conocidos de España.

Monasterio de Guadalupe Extremadura

La tradición habla del encuentro de una talla de la Virgen en las inmediaciones del río Guadalupe, dando así nombre del municipio y a una primitiva ermita; a esta Virgen se encomendó el rey Alfonso XI para obtener victoria en la batalla del Salado y en su agradecimiento eterno mandó ampliar la ermita existente, constituyendo los cimientos de este espectacular santuario.

El vinculo del monasterio con la monarquía castellana fue total (de hecho cuenta con el distintivo de Real desde 1340) y especialmente con los Reyes Católicos, asiduos visitantes, que desde Guadalupe dispusieron las órdenes que Cristóbal Colón necesitaba para emprender el viaje que culminaría con el descubrimiento de América.

Claustro Guadalupe

Las aportaciones de la realeza enriquecieron el monasterio, que estuvo gestionado por la Orden de los Jerónimos, hasta que la Desamortización de Mendizabal provocó un cese en el uso del edificio, que retornaría su actividad monacal con la llegada de los Franciscanos, quienes son los actuales salvaguardas de este inmenso patrimonio.

El monasterio de Guadalupe es un diamante en lo arquitectónico, con una basílica que domina la plaza del pueblo y que da sustento a un claustro mudéjar de impecable trazado y otro gótico que en la actualidad da sentido práctico a una hospedería.

altar Guadalupe

El claustro Mudéjar es el eje que concentra la visita al monasterio, ya que allí se instalan diferentes mini museos con colecciones de bordados, libros medievales y una sala dedicada a las bellas artes que cuenta con una variedad de autores (Greco, Goya, Zurbarán…) digna de los mejores museos de España.

Guadalupe biblioteca

Con todo son sus capillas y relicarios quienes te convencen definitivamente de que la concesión de «Patrimonio de lo Humanidad», recibida en 1993 por parte de la Unesco, es completamente merecida. !!!Que belleza!!!.

Monasterio de Guadalupe

Un templo que guarda para los visitantes una última sorpresa, la visión de la talla de la Virgen de Guadalupe, la patrona de todas las tierras de habla hispana, que parece bendecir nuestra despedida.

Con su visión se acabó para mí un paseo por este rincón de Extremadura, que obvie por mucho tiempo y que ahora ha dejado de ser una fotografía de un libro para convertirse en un página imborrable de ese diario de viajes que guardo en mi memoria y que en ocasiones comparto en este blog para animaros a conocer el mundo.

Licencia de uso de fotos y texto Planeta on Tour
Los textos y las fotos son propiedad de Planeta Tour. Pinchar aquí para ver licencia de uso.

Actualizado el 8 febrero,2022.
Publicado por Miguel Ángel Otero Soliño